El Grupo de Economistas discutió lo recientemente ocurrido en los mercados financiero y cambiario del exterior. A algunos se les erizó la piel; a otros nos pareció una comedia teatral inconclusa. Pero todos coincidimos en compartirla. Voy a tratar de condensar (en tres actos y un epílogo) la obra completa. .
Primer acto. Al descubrirse el telón aparece la junta directiva del Banco de Reserva Federal (la FED) sesionando alrededor de una sobria mesa ovalada, dirigida por el actor principal, Ben Bernanke, discutiendo la forma de resolver la crisis. La escena tiene lugar en Washington D. C., cinco años atrás.
Segundo. Bernanke pide licencia para aumentar la liquidez, hacer desplomar las tasas de interés y comprar activos “tóxicos” para salvar a los bancos contaminados antes y después de la crisis. Todos asienten. Y así nace el programa monetario más expansivo del mundo: QE1. Similares reuniones y peticiones se repiten año con año para ver germinar los QE2 y QE3, aún más expansivos. Las metas fueron siempre estimular el consumo e inversión para reactivar la producción y abatir el desempleo.
Tercero. La economía mejora, elPIB se recupera (tímidamente), el mercado inmobiliario repunta, mejora la balanza de pagos, el dólar se fortalece, y en una esquina aparecen los republicanos, con sonrisa malévola, reclamando méritos por reducir el déficit fiscal. Bernanke, desafiante, insiste en continuar la ambiciosa adquisición de títulos por $85.000 millones mensuales. Pero varios directores de la mesa ovalada se rebelan. Aducen que ya han creado demasiada liquidez, podría gestarse una burbuja de dinero con graves consecuencias inflacionarias, y los flujos de capital deprimen los tipos de cambio en el mundo en desarrollo. Era hora de replantear la política monetaria.
¿Epílogo? Al examinar los inversionistas las minutas de la FED descubren el principio del fin de la gran expansión monetaria (aunque la FED, el miércoles, resuelva lo contrario). Deciden empezar a exigir desde ya mayores rendimientos a largo plazo y, chupulún, empiezan a caer los bonos soberanos de los países en desarrollo (incluidos los del ICE) y a trepidar sus monedas. Aquí, en Monex, no ha pasado nada (todavía). Pero podría suceder después al repuntar en serio las tasas externas de interés y cambiar las expectativas. ¡Putis, qué tirada! se oyó decir en el Grupo de Economistas: mientras Brasil y Chile derogan impuestos para evitar fuga de capitales, aquí el Gobierno y BCCR desean gravarlos, y alejarlos, sin pensar que se podrían necesitar después. ¿Comprenden el significado de la comedia? Ojalá no se convierta en una tragedia.