NUEVA YORK.– En muchas de las reformas económicas más exitosas de la historia, los países inteligentes han aprendido de las políticas exitosas de otros, adaptándolas a sus situaciones locales. En la larga historia del desarrollo económico, la Gran Bretaña del siglo dieciocho aprendió de Holanda; la Prusia de principios del siglo diecinueve, de Gran Bretaña y Francia; el Japón Meiji de mediados del siglo diecinueve aprendió de Alemania; la Europa post-Segunda Guerra Mundial aprendió de Estados Unidos; y la China de Deng Xiaoping, del Japón.
A través de un proceso de préstamos institucionales y adaptación creativa, las instituciones económicas exitosas y las tecnologías de avanzada se diseminaron por el mundo, impulsando así el crecimiento global. Actualmente también existen algunas grandes oportunidades para este tipo de “arbitraje de políticas”, solo es necesario que más países dediquen tiempo a aprender del éxito de otros.
Éxito de los países nórdicos. Por ejemplo, mientras muchos países enfrentan una crisis laboral, hay una parte del capitalismo a la que le va bien: el norte de Europa, incluidos Alemania, los Países Bajos y Escandinavia. La tasa de desempleo en Alemania el verano pasado rondaba el 5,5%, y el desempleo entre los jóvenes era de aproximadamente el 8% –sorprendentemente bajo si se lo compara con muchas otras economías de altos ingresos–.
¿Cómo lo logran los europeos del norte? Todos usan políticas activas en los mercados de trabajo, incluidos horarios flexibles, aprendizajes “de la escuela al trabajo” (especialmente Alemania), e importantes programas de capacitación y cotejo laboral.
De igual manera, en una época de crisis presupuestarias crónicas, Alemania, Suecia y Suiza cuentan con presupuestos casi equilibrados. Los tres dependen de normas presupuestarias que exigen equilibrios presupuestarios ajustados en función de las variaciones cíclicas. Y los tres asumen la precaución básica de mantener sus gastos de ayuda social bajo control: la edad jubilatoria es de al menos 65 años. Esto mantiene los costos muy por debajo de los franceses y los griegos, por ejemplo, donde la edad jubilatoria es de 60 años o menos, y donde los gastos en pensiones se están disparando como resultado.
En una época en la que los costos de atención médica aumentan, la mayoría de los países de altos ingresos –Canadá, las economías occidentales de la Unión Europea y Japón– logran mantener sus costos totales de atención médica debajo del 12% de sus PBI, con excelentes resultados de salud, mientras que EE. UU. gasta aproximadamente el 18% de su PBI con resultados decididamente mediocres. Y el sistema de salud estadounidense es el único con fines de lucro en todo el grupo. Un nuevo informe del US Institute of Medicine ha detectado que el sistema estadounidense con fines de lucro derrocha aproximadamente $750 millardos, o el 5% del PBI, en pérdidas, fraude, duplicaciones y burocracia.
En una época en que los costos del petróleo se disparan, unos pocos países han logrado una verdadera diferencia en la eficiencia energética. Los países de la OCDE, en promedio, usan por cada $1.000 de PBI (calculados según la paridad de poder adquisitivo). Pero, en un país energéticamente eficiente como Suiza, la energía utilizada es de solo 100 kg por cada $1000 de PBI, y en Dinamarca es de solo 110 kg, comparada con los 190 kg que se utilizan en EE. UU.
En una época de cambio climático, muchos países están demostrando cómo lograr una transición hacia economías con bajas huellas de carbono. En promedio, los países ricos emiten 2,3 kg de CO2 por cada kg de unidades energéticas equivalentes de petróleo. Pero Francia emite solo 1,4 kg, debido a su enorme éxito en la implementación de energía nuclear segura de bajo costo.
Suecia, con su energía hídrica, mantiene los niveles aun más bajos, en 0,9 kg. Y, si bien Alemania está abandonando la producción local de energía nuclear por motivos políticos, podemos confiar en que, de todos modos, continuará importando electricidad de las plantas nucleares francesas.
En una era de intensa competencia tecnológica, los países que combinan el financiamiento público y privado de la investigación y el desarrollo (ID) están superando al resto. EE. UU. continúa destacándose, con sus importantísimos avances recientes en la exploración de Marte y la genómica, aunque está poniendo en riesgo esa excelencia con recortes presupuestarios. Mientras tanto, Suecia y Corea del Sur actualmente se destacan económicamente por destinar aproximadamente el 3,5% de sus PBI a inversiones en ID, mientras que las partidas israelíes en ID representan un excepcional 4,7% de su PBI.
En una época de creciente desigualdad, al menos algunos países han reducido las brechas en la riqueza y el ingreso. Brasil es el reciente líder, con una marcada expansión de la educación pública y un sistemático ataque a los bolsones de pobreza restantes a través de programas específicos de transferencias. Como resultado, la desigualdad en el ingreso está disminuyendo en Brasil.
Prosperidad y felicidad. Y, en tiempos de ansiedad omnipresente, Bután se está haciendo preguntas profundas sobre el significado mismo de la felicidad. En busca de una sociedad más equilibrada que combina prosperidad económica, cohesión social y sostenibilidad ambiental, Bután se ha hecho famoso por buscar el aumento de la felicidad bruta interna en vez del producto bruto interno. Muchos otros países –incluido el Reino Unido– siguen el liderazgo de Bután y realizan estudios sobre la satisfacción de sus ciudadanos con sus vidas.
Los países que ocupan el podio de la satisfacción de vida son Dinamarca, Finlandia y Noruega. Pero aún hay esperanzas para quienes viven en menores latitudes. En el trópico, Costa Rica también se ubica cerca de la cima en términos de felicidad. Lo que podemos decir es que todos los países más felices enfatizan la igualdad, la solidaridad, la responsabilidad democrática, la sosteni- bilidad ambiental, y sólidas instituciones públicas.
Entonces, aquí tenemos una economía modelo: políticas laborales alemanas, pensiones suecas, energía con baja huella de carbono francesa, atención de la salud canadiense, eficiencia energética suiza, curiosidad científica estadounidense, programas contra la pobreza brasileños, y felicidad tropical costarricense.
Por supuesto, la mayoría de los países no lograrán esa dicha en breve en el mundo real. Pero, si nos mantenemos atentos a las políticas exitosas en el extranjero, seguramente aceleraremos la marcha hacia mejoras nacionales en todo el mundo.
Jeffrey D. Sachs es profesor de Economía y director del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia. También es asesor especial del secretario general de las Naciones Unidas para los Objetivos de Desarrollo del Milenio.