A sus siete años, Fanny Álvarez Lanza dejó su natal Rivas, en Nicaragua, pues su papá se venía a trabajar para Costa Rica.
Ella debió estudiar y luego trabajar aquí. Lo hizo de compradora y administradora de categoría en dos cadenas de almacenes.
Eso la llevó a visitar y tener contactos con proveedores de distintas partes del mundo, como China y otros países asiáticos.
Hace un poco menos de cinco años, esta nicaraguense arraigada en Costa Rica tomó un gran paso. Decidió pasar de ser empleada a aprovechar toda su experiencia y poner su propio almacén.
En la tarde de ayer se le encontró en su negocio, la Importadora Cinco Estrellas, 50 metros al oeste de la casa de empeño La Cueva, en el centro de San José.
Álvarez dice que quien viene a trabajar y se rodea de la mejor gente tiene buena acogida aquí.
Para fortalecer su empresa ahora recibió un crédito en condiciones beneficiosas de la Asociación Costarricense para Organizaciones de Desarrollo (Acorde).
Mantiene actualmente a cuatro empleadas, dos de su nacionalidad y dos costarricenses, y se ve en el futuro ampliando su empresa con al menos otro almacén.
A pocas cuadras, en el parque de La Merced, es fácil ubicar a muchos nicaraguenses, pero pocos quieren hablar con la prensa.
Ahí se dedican a vender todo tipo de cosas, pero le deben huir constantemente a la Policía Municipal, que les decomisa la mercancía “a cada rato”, según indicaron varios de ellos.
Ahí, María Duval Orozco, de 33 años, dijo cómo tuvo que dejar a tres hijos (de 15, 12 y 4 años), para venir a Costa Rica a ganar un poco más y buscarles un mejor futuro.
Ella vive sola en Costa Rica. En el parque La Merced vende calcetines, boxer y sandalias, entre otras cosas. Las ganancias le alcanzan para pagar alquiler, comer y mandar dinero a sus hijos, que están al cuidado de uno de sus hermanos.
Se vino de Matagalpa, explicó, porque allá no hay trabajo y ante la falta de ingreso de la población tampoco puede ser comerciante, pues nadie compra los productos.
Como en todo país, agregó , algunos la tratan bien y otros mal.
Cerca de ella, Gina Fuentes, de 47 años y de Managua, y Esther Ortega, de 74 años y de Chichigalpa, compiten entre sí para vender aretes, anillos y otros artículos.