Elite runners lead the way for over thirty thousand at the start of the 25th running of the Chicago Marathon Sunday, Oct 13, 2002, in Chicago. Great Britian's Paula Radcliffe finished first in the women's division with a World Record time of 2 hours, 17 minutes, 18 seconds and Khalid Khannouchi, of the United States won the marathon with a time of in 2 hours, 5 minutes, 56 seconds. (AP Photo/Stephen J. Carrera) (STEPHEN J. CARRERA)
Son 42.195 kilómetros de recorrido, ya sea aquí o en la China. La medida no cambia cuando se trata de maratones, aunque no en cualquier frontera hay posibilidades reales de competir en dicha distancia.
Nuestro país, con su suelo de verdes colores, presenta muy escasas opciones topográficas para explayarse sobre el asfalto. Actualmente por estos lares, únicamente existen dos competiciones de esta envergadura: la de Tamarindo y la Internacional de Costa Rica, que en su última edición llevó a los participantes hasta el entonces recién inaugurado Estadio Nacional.
Es por esta carencia que muchos ticos se ven impulsados a comprar un tiquete de avión, empacar los tenis, colocarse la visera y emprender carrera en diferentes horizontes.
Otros nacionales confiesan que lo que los motiva a viajar a maratones en el extranjero son los atractivos turísticos, los paseos con familia y amigosy, claro, la experiencia de correr en parajes desconocidos.
Marcela Trejos opina que este deporte se ha convertido en una moda en el país porque “hay quienes lo ven como una forma fácil de bajar de peso y provoca un high (adrenalina mezclada con satisfacción) que no se logra con ninguna otra actividad. Es adictivo”. Ella lleva 15 de sus 40 años corriendo como aficionada; en el 2003 viajó a la maratón de París y dos años después a la de Chicago.
La cantidad de corredores ticos que se inscriben en maratones en el extranjero ha aumentado considerablemente en los últimos años. Las más cotizadas son las que ocurren en Estados Unidos, quizá por su cercanía geográfica. Hoy, por ejemplo, 236 nacionales correrán en la prestigiosa maratón de Chicago, una cifra que casi dobla la de los 124 que participaron en la misma actividad el año pasado.
En esta ocasión, la representación costarricense es la sétima más numerosa entre los 7.296 corredores que provienen de 106 países distintos a Estados Unidos. Para la edición actual, antes de Costa Rica, las naciones visitantes con más representantes son Canadá (1.250), México (1.495), Francia (395), Brasil (317), Japón (242) y Alemania (240), según datos de la organización.
Ana Laura Rojas Pastor, de 26 años, se estrena este domingo en una maratón internacional. Durante seis meses se preparó para esta cita y el jueves pasado viajó con su hermano, dos primos y un grupo de amigas.
“Uno se motiva sabiendo que va con gente cercana. Voy con la ilusión de disfrutar la experiencia cultural y a la vez con la intención de superar mi meta personal”, comenta la joven que asistirá en calidad de aficionada, es decir, sin el afán de ganarle a alguien más que a ella misma.
La edición de hoy en Chicago es la número 34. Esta ruta pertenece a las cinco World Marathon Majors, lo que la convierte en una de las competencias más importantes del orbe en su categoría.
Las inscripciones se abrieron en febrero y para los no estadounidenses el costo era de $170 (¢87.000). A este gasto hay que agregarle el traslado, hospedaje, comidas y los requerimientos básicos para los corredores, entre indumentaria y accesorios de hidratación.
Ticos por la pista
La categoría de aficionados es la que cobija a la mayoría de los ticos que participan en maratones aquí, allá o acullá. El grueso de los nacionales viaja en grupos que entrenan con disciplina pero más por hobby y por salud, que por profesión.
Carlos Meléndez es primero corredor de bolsas, y segundo, un corredor sobre las calles. El santaneño de 30 años se describe como fiebre de este deporte, no participará hoy pero sí le está haciendo números a la maratón del 2012 en París, la que sería su sexta carrera en el extranjero.
En los siete años que lleva desde que comenzó a entrenar, ya ha viajado a Washington, Miami, Chicago, Minessota y la maratón de Disney.
Meléndez cuenta que él entrena con el grupo Runners, donde hay cerca de 50 amigos suyos. “Tratamos cada año de ir a una maratón diferente para conocer más lugares. La experiencia es una mezcla entre turismo, deporte y entretenimiento porque, siempre que viajo a correr, saco tiempo para pasear y comprar. El lugar de cada maratón, para mí, equivale al viaje del año”.
Con su criterio coincide el doctor Juan Carlos Murillo, quien tiene más tiempo de correr en maratones. Su primera en el exterior fue la de Nueva York, en 1986, y la última, en el 2008. “La meta no es ganar, sino participar, pasarla bien y conocer. Digamos que estas maratones son un nuevo estilo de turismo, aunque sí sale caro”, cuenta el ginecólogo.
No es para cualquiera
A menos que hablemos de Forrest Gump, no hay quien pueda participar en una maratón sin la preparación previa, independientemente de las fronteras en la que esta se lleve a cabo.
El doctor especialista en medicina deportiva, Gerardo Murillo Cuza, recomienda que quien quiera participar en maratones debe hacerse un diagnóstico especializado de salud, llevar a cabo un programa de entrenamiento con expertos, aprender a hidratarse y a alimentarse.
En Costa Rica, algunos de los escenarios más frecuentados por grupos que entrenan son La Sabana, Tobosi y Rancho Redondo, en Coronado. Los puntos que le dan el visto bueno a estos lugares son sus condiciones topográficas y la ausencia de carros en movimiento.
Mauricio Méndez, entrenador de Hypoxic –centro de entrenamiento de alto rendimiento– explica que en nuestro país las condiciones para hacer un buen tiempo en maratones son ínfimas. “Si se corre en plano es con clima caliente, y en frío es en lugares altos, además por todas partes hay carros y eso es una limitante para la seguridad”.
El tico César Lizano es un corredor de élite que practica como miembro de Hypoxic y hoy competirá en Chicago con la intención de hacer un tiempo inferior a las 2 horas y 18 minutos, lo que le permitiría clasificarse a las Olimpiadas de Londres.
Su caso es diferente al de los atletas aficionados. Sin embargo, él, además de competidor, es entrenador, y ha visto muy de cerca el crecimiento como espuma de las salidas de ticos al extranjero.
“Yo empecé entrenando a un grupo de 5 ó 6 personas y ellas le comentaban a otros lo bonito del entrenamiento, que bajaron de peso, que ahora corren más rápido... Esos comentarios se convirtieron en una cadena y así han multiplicado los corredores.
“Los que van a correr fuera del país notan las diferencias que hay en comparación con Costa Rica: desde el asfalto hasta que no hay ni un solo carro; todas las calles están cerradas y hay miles de miles de personas aplaudiendo en el público”, comenta el fondista, cuyo currículo incluye participaciones en Baltimore, Nashville y Filadelfia (Estados Unidos, Toronto y Rotterdam.
El bolsillo del atleta
“Correr es el deporte más barato que hay, lo caro son los accesorios”, afirma el limonense George Grant, quien ha corrido en Río de Janeiro, París, Sudáfrica, Australia y Bogotá.
“En los últimos dos años, se ha dado un boom en el país. Cuando nos dimos cuenta fue con la maratón del Estadio Nacional; fue una combinación de la fiebre de correr sumada a la ‘entrada olímpica’. Eso terminó de inyectarle baterías a la gente”, agrega.
Los comerciantes no se pierden una oportunidad. A sabiendas de que entre los ticos es alta la demanda por viajar a correr, en el país se han multiplicado las promociones con destinos maratónicos (lo que llaman “turismo deportivo”).
Para la próxima carrera de Chicago, la agencia de viajes Pure Nature, de Costa Rica, desde ya está preparando un paquete para competidores. El combo incluye la inscripción a la maratón, cinco noches de estadía en un hotel cercano al punto de la salida de la carrera, varios tours por la ciudad, impuestos y el tiquete aéreo.
La buena acogida entre los nacionales motivó a la agencia a emular la oferta para la próxima maratón de Berlín.
El creciente número de ticos que se inscriben en maratones por doquier evidencia que, aunque no medie ninguna oferta para salir del país, estas son oportunidades en las que no queda otra que tomar un avión y correr para aprovecharlas.