De Benedicto XVI resalta su valentía para tomar decisiones que incomodaron al resto de la cúpula vaticanista, no exenta de las luchas de palacio. De la relación Vaticano-Costa Rica, resalta el momento para avanzar más en un acuerdo de interés para la Iglesia. Del memorando del TLC (2007), recuerda el trago agrio de haber actuado con la cabeza caliente, aunque asegura no haber redactado nada y tener abierta la vía en política .
Esas ironías vitales hicieron que lo sorprendiera en Costa Rica la renuncia de su admirado Benedicto XVI y no allá en Roma, entre cardenales.
Fernando Sánchez, embajador ante el Vaticano, atiende, ahora sí, una entrevista con este diario que lleva en espera más de dos años, con la particularidad que esta semana deparó un tremendo tema nuevo: el adiós del Papa.
Recibe sentado en el salón de su casa de techos altos; toqueteándose el reloj dorado, el anillo del Padre Pío y el de matrimonio; dejando ver el denario que lo retrata como un hombre orgulloso de su religiosidad.
El exdiputado, recordado por el polémico memorando sobre el TLC (setiembre 2007) , ahora es la cara del país ante la Santa Sede, Estado con el que Costa Rica negocia un acuerdo bilateral.
Usted que conoce ese contexto, ¿por qué renunció el Papa?
Habiéndolo visto en varias oportunidades, por el desgaste físico que era notorio. Su lucidez sigue siendo excepcional, pero creo que sus fuerzas llegaron a su fin.
¿No cree que se va huyendo de las luchas internas del Vaticano?
Sin duda hay luchas de palacio; existen y han existido siempre, pero es improbable que las presiones propias de su cargo fueran las que lo llevaron a dejar el papado.
Pero es evidente que había malestar de algunos sectores más conservadores.
Yo sí estoy seguro de que algunas decisiones del Santo Padre causaron resquemor interno, ¡cómo no! Por ejemplo, él decidió abrir puertas y ventanas de la banca vaticana para transparentar los procesos.
¿Está diciendo que el Papa fue rompedor?
Fue un Papa valiente, que no tuvo problema para reconocer las faltas. Claramente rompió algunos procedimientos internos frente a quienes preferían manejar cosas más en casa.
Solo se puede ser valiente cuando hay riesgos. ¿Cuáles eran esos riesgos?
Bueno. Él llega en un contexto complicado, después de un pontificado largo y carismático de Juan Pablo II, pero que en sus últimos años dejó de tomar muchas decisiones por su enfermedad. Eso cayó de golpe a Benedicto XVI. Enfrentó temas duros con con fortaleza.
Toda una lección política.
Lo que más me llama la atención es esa firmeza con formas suaves. Decía cosas duras con mucha calidez. Además, basó casi todo su apostolado en la humildad, incluso más allá de su sabiduría. Bueno, ser humilde es de sabios.
Está renunciando el jefe de Estado de un país con que Costa Rica negocia un tratado. ¿Eso qué implicación tiene?
Los Estados se informan mutuamente el deseo de llevar adelante este acuerdo...
Perdón, el canciller dijo que la iniciativa del acuerdo vino de la Santa Sede.
Eh, es interesante eso, porque la Santa Sede o la Iglesia ha venido impulsando estos acuerdos. Hay una tesis doctoral muy importante, de un diplomático vaticano costarricense, Dagoberto Campos, que habla de esa necesidad. El germen viene de ahí. Obviamente hay un tema de oportunidad y esto cuaja más cuando llega un Gobierno liderado por una presidenta a la cual la Iglesia católica local le tiene aprecio .
Impensable con Óscar Arias.
Hubo muchos conflictos en ese momento. El campo no estaba preparado para eso. Pero, bueno, independientemente de quién pidió el acuerdo, ahora estamos en otra etapa, algo técnico en que se intercambian propuestas.
La diplomacia y burocracia vaticana son muy estables, muy metódicas. Estos acuerdos los han hecho por muchos años y por eso no creo que haya ningún cambio por la renuncia del Papa. La orden en este momento se seguir adelante con el acuerdo.
Cómo explica usted una negociación con un Estado que, para muchos, es discriminatorio y ajeno a la democracia?
Lo que hay que tener claro es que vamos a firmar un acuerdo con un Estado que es el centro de la catolicidad mundial y que tiene una influencia tremenda en nuestro país. La Iglesia lo que pide es que la gran mayoría de los costarricenses y sus sacerdotes puedan tener las reglas del juego claras. No debería generar resquemores a nadie.
De acuerdo, pero la pregunta...
No necesariamente hay que estar de acuerdo en todo. El Gobierno del Vaticano no puede ser evaluado con los mismos parámetros del resto, porque es un Estado que se rige para difundir la Palabra de Dios.
¿En verdad apoyan en Roma que Costa Rica sea Estado laico?
Sí, la Santa Sede sí quiere en Costa Rica un Estado laico, pero un Estado laico que coopere con la religión, no un Estado sin Dios.
¿Ellos lo han dicho así?
Saben que esa es una decisión soberana de Costa Rica. Una cosa es un acuerdo internacional y otra es una enmienda constitucional. Ellos han dicho que les parece conveniente un Estado laico, pero sin animadversión, donde la espiritualidad no se limite a las casas, sino que la fe se ejerza públicamente. ¿Por qué esta relación tan buena entre ambos estados?Somos un país que en su política defiende valores totalmente compatibles con la Santa Sede. Somos admirados por la vocación pacifista, desarmado, que resuelve conflictos en las cortes y no a balazos, y más cuando tenemos enemigos que nos invaden (...) Pero además, he sentido en este Papa que admira a Costa Rica.¿Por qué lo dice?Cuando le presenté cartas credenciales y cuando la Presidenta lo visitó, él no necesitó una sola nota y y tenía claridad total del país, con datos e historia; impresionante. Lo otro fue en el discurso del 25 de diciembre del 2010, cuando el Papa mencionó dos veces a Costa Rica, alguno nunca visto.
¿Será esa buena relación bilateral producto de la religiosidad suya y de la presidenta?
Los jerarcas del Vaticano, como personas de fe, saben notar a leguas si hay espiritualidad en una persona. Eso nos ha dado algo más en común. No he hecho en el Vaticano nada distinto de lo que hago aquí: vivir mi fe abiertamente; eso nos ha generado muchos amigos y ha permitido más confianza. Lo mismo han visto en la presidenta. El Vaticano ha visto en ella una persona de fe, una católica comprometida.
¿Así se explica que usted sea embajador en el Vaticano?
Las razones habría que preguntarlas a la presidenta. Ahora, es cierto que desde hace bastante tiempo atrás gracias a Dios gozo de buena relación con la Iglesia.
¿Lo imaginó antes?
Nunca, pero ha sido un gran reto, porque esta es una embajada fundamental para el país por la importancia de la Iglesia aquí.
¿Su carrera política continúa?
Lo que pase en mi futuro solo lo sabe Dios (...). Ahora que termine este gobierno no sé qué vendrá para nosotros. Si Dios y quien dirija este país consideran que puedo ser útil, estaré listo para servir con ilusión y alegría. No me cierro las puertas.
Pero todos hacemos planes o tenemos deseos.
Bueno, creo que puedo encontrar esa pasión en la política. Me gusta, aunque es difícil. Yo pongo las cosas en las manos de Dios.
Ahora, cinco años y medio después, ¿qué es para usted el memorando sobre el TLC ?
Bueno... Fue un momento muy amargo . Fue un aprendizaje de que se deben reconocer errores y saber pasar la página para seguir adelante, sin juzgar a los demás.
Ahora, pasado el tiempo, ¿cuál fue su error?
Fue una serie de decisiones al calor de un evento muy frustrante, un intento de linchamiento.
¿A qué decisión se refiere?
Bueno, al documento (memorando). Habría usado un lenguaje distinto. Pienso en cómo regaña uno a los hijos cuando estamos enojados y cuando estamos tranquilos. Aprendí también que se debe ser humilde para reconocer los errores y tener la valentía para seguir adelante si uno cree en lo que está haciendo.
Parecía claro que no fue usted el que lo escribió. ¿Cierto?
Ciertamente esa redacción no fue mía.
¿Fue de don Kevin Casas?
Ese texto no lo redacté yo.
Llevaba su firma. Bueno, nosotros después de un episodio en el que tuvimos que ser sacados por una patrulla salimos muy asustados. Entonces discutimos esos temas y concluimos que la estrategia que se seguía no era la correcta. Luego se produjo el documento y me lo enviaron, pero no lo pude ver a tiempo porque tuve una falla con mi computadora. El tono que tenía era muy fuerte. ¿Nunca supo cómo se filtró?
Nunca supe. Algunos dicen que quizá celos internos, porque éramos dos muchachos jóvenes empezando carrera política y podían ser amenazantes para otros. Tampoco me obsesioné en saber qué pasó; me pareció que si escudriñaba en las razones me iba a indignar. Prefería seguir adelante. La Sala no le dio razón de impugnar la Ley de Corrupción. Bueno, quedó claro que solo la Asamblea Legislativa puede decidir el futuro de un diputado en casos como ese. Entonces usted cometió un error que no tuvo castigo formal.Bueno, es porque no estaba tipificado como tal (...) Pero sí fue un momento muy duro para mí. Quizá todo eso nos ha ayudado a ser más creyente, más fuerte y más humilde, aunque para mí es un tema superado.
¿Cómo recibió la decisión de su primo Rodrigo Arias de no lanzarse por la Presidencia?
Tengo prohibición absoluta. No me puedo involucrar; la noticia me llegó por la prensa. Sí me generó sorpresa, porque él había manifestado su deseo. Es un gran dirigente. El país pudo haber aprovechado su experiencia, pero tendrá decisiones personales. Recordemos que detrás de cada político hay una persona con familia, problemas e ideales, con vida.
¿Le habría ayudado a la presidenta Chinchilla seguir cercana al expresidente Arias?
Ella sabrá en qué momento y a quién quiere tener cerca para tomar decisiones.