Es un libro singular. Creado, analizado y perfeccionado por los sabios chinos antes de que Europa aprendiese a dividir, el I Ching viene sirviendo a la humanidad desde el siglo 30 de la era precristiana.
Su filosofía gira alrededor del cambio, afirma que el cambio es lo real. Pero, entonces, ¿cómo actuar frente a las cosas que nos depara la vida? ¿Qué puede hacer un simple mortal en este mundo?
Prevenir los hechos... y no es poco. También llamado Libro de las Mutaciones , el I Ching ofrece un método, una estrategia, si necesitamos ayuda.
Hay que partir, primero, de una situación. Quiero por ejemplo agradecer a X un servicio y no sé si será mejor enviarle un mensaje lleno de calidez o que le regale un objeto preciado. Decido preguntar al libro y en seguida arrojo tres monedas al aire, monedas de una cara impar y otra par que corresponden a un trazo lleno o quebrado, respectivamente.
Según lo que resulte de las tiradas, obtengo una pila de arriba abajo de seis líneas, llenas y quebradas: un hexagrama que coincide con uno de los 64 del texto. Posiblemente, el hexagrama diga: “No hay culpa si eres sincero y caminas por el medio”, etcétera.
Esto habrá que cotejarlo con la situación y descifrarlo. Pero, sin darme cuenta, yo he participado de la formación de una red interconectada entre mi yo, X, el regalo, el motivo, los inconscientes, la cultura misma en la que ambos vivimos y nos desvivimos.
El I Ching no se reduce, como muchos creen, a un oráculo ni a un manual de autoayuda. Es más grande que eso; es una suerte de cosmología en la que todos los elementos del universo se hallan relacionados, desde mi propia situación en este segundo hasta la crisis de los mercados o la catarata de cigueñas que, lejos de aquí, vuelan ante el asombro de un pescador asiático; y gracias a ello, a tamaña solidaridad ecuménica, nos abre una perspectiva, nos brinda un signo de las mudanzas perpetuas que debemos tener en cuenta.
Se trata, sin duda, de una obra fascinante de exploración, donde el significado varía según la historia personal y que nos anima a buscar una parte de aquello de lo que nosotros formamos parte.