Al grito de “¡ ultimate !” da inicio el juego. El frisbee es el tesoro, ningún equipo lo quiere perder, lo cuidan y esconden de sus rivales, pero cada 10 segundos (como máximo) deben dar un pase; de lo contario, pierden su posesión.
Ese pase puede ser estratégico, corto y depurado; los hay de largas distancias, de los que besan las nubes y luego regresan a tierra, no sin antes hacer una curva estilo “chanfle”, para burlar adversarios.
Quien lo atrapa debe ampliarse a fondo, saltar de espaldas, lanzarse en zambullida y evitar que su marcador le “robe la espalda”... lo que sea necesario para capturar el disco. Si tal proeza se efectúa dentro de la línea de meta, se conquista un punto con sabor a touch down .
La intensidad es la principal característica del ultimate frisbee, un popular juego que combina los pases del hockey y la defensa del baloncesto y el futbol, así como el desplazamiento del rugby y la concentración del golf.
Esa es la descripción que se hace de ese deporte en www.costaricaultimate.com, sitio electrónico creado por quienes lo trajeron al país desde Estados Unidos, donde nació en 1967.
A Tiquicia llegó a finales de 1990, gracias al impulso de Garrett Crosbie, quien no solo comparte su conocimiento, también aportó discos para su práctica.
Aunque no ha tenido mucha divulgación, hay varios fiebres que lo juegan semanalmente, en Moravia y en Santo Domingo de Heredia.
Las reglas
Cada equipo tiene siete jugadores, quienes buscan la posesión del disco, pasándolo por el campo. El objetivo es atrapar el frisbee en la zona de gol del equipo oponente; así se marca un punto.
La consigna principal es evitar que el frisbee haga contacto con el suelo, ya sea porque el pase no surtió efecto o porque un rival logró hacer un bloqueo. Cuando eso sucede, el disco pasa a poder del conjunto contrario.
No se puede caminar con el disco, tampoco se le puede arrebatar de las manos al contrincante, mucho menos atropellar al rival o sujetarlo, pues este no es un deporte de contacto físico.
Cada juego dura una hora con 15 minutos o hasta que un equipo conquiste 11 puntos.
La cancha tiene forma rectangular, con las zonas de gol en cada extremo. La extensión es de aproximadamente 110 metros.
Para todos
No hay mayores limitaciones para jugar ultimate ; lo hacen mujeres, hombres, niños y personas de la tercera edad.
En la mayoría de los más de 50 países donde se practica, se hace de forma mixta.
Esa política existe en los dos grupos de jugadores de ultimate de Costa Rica: Los Toca-discos, quienes juegan en el Colegio de Ingenieros Agrónomos, en Moravia; y los Lunáticos, que lo hacen en la plaza frente a la basílica de Santo Domingo de Heredia.
Los primeros, juegan los domingos a las 11 a. m., y los segundos, los lunes y jueves a las 8 p.m.
En ambas agrupaciones, las puertas están abiertas y el único requisito para integrarse es tener ganas de aprender, pues ni siquiera se solicita tener cierta condición física o contextura.
Más que competir, lo que buscan los Lunáticos y Toca-discos es pasar un buen rato, socializar y hacer amigos. Algunos asisten con sus parejas o hijos pequeños.
Además de ticos, hay muchos estadounidenses participantes, así como colombianos y europeos, entre otros.
Para Giovany Buitrago, un bogotano de 31 años –con 12 años de vivir acá–, ese componente internacional e s uno de los atractivos del juego, pues se comparte con personas de otras culturas.
Ingrid Neurohr, costarricense de 28 años, destaca que el ultimate permite hacer deporte de una forma entretenida sin el riesgo de sufrir lesiones por choques o encontronazos.
“Es muy bonito, exige mucho, pero, al mismo tiempo, sirve para desestresarse”, opina.
Pese a que el nivel de estos grupos no es profesional, hace dos años participaron en un torneo en Panamá fusionados en un solo equipo, donde conquistaron el primer lugar, superando a otros seis cuadros canaleros.
Si quiere conocer in situ sobre el ultimate contacte a Los Toca-discos y Lunáticos en Facebook para asistir y disfrutar de sus juegos.