Cada vez hay más costarricenses a favor de la fertilización in vitro (FIV) que en contra. No solo eso, ahora es la mayoría de la población la que apoya esta técnica de reproducción asistida. Estas buenas noticias , entre otras, surgen de una encuesta reciente y su comparación con datos de hace dos años. A pesar de ser noticias destacadas, no deberían sorprendernos. La cantidad de información sobre FIV también ha aumentado y sustenta esa marcada alza en su apoyo.
Más interesante es que, durante ese lapso, también se han expresado opiniones en contra. Esto nos indica que, confrontados con más información y con discusión, cada vez más costarricenses comprenden que la FIV promueve la vida, la igualdad y los derechos humanos de quienes necesitan ayuda médica para tener hijos. Así las cosas, ¡sigamos informando y discutiendo!
Técnica más efectiva. Este apoyo creciente refleja también las constantes mejorías en la técnica misma, galardonada con el Premio Nobel de Medicina 2010, entre muchos otros reconocimientos mundiales. Es ahora una técnica más estudiada y efectiva que hace 15 años, cuando fuera, ya erróneamente, prohibida por la Sala IV.
Por ejemplo, un estudio muy reciente sobre cientos de miles de nacimientos, incluyendo más de 6 mil por reproducción asistida y publicado en el prestigioso New England Journal of Medicine, muestra que la FIV no causa los defectos congénitos que se le han largamente atribuido. Estos ocurren en igual proporción (8%), independientemente de que las personas con infertilidad utilicen FIV o no. Más bien, las causas parecen ser los mismos problemas subyacentes de infertilidad que llevan a buscar ayuda médica. (Davies et ál., Reproductive Technologies and The Risk of Birth Defects, 2012).
En un artículo anterior - “In utero, la tercera mitad ”, argumenté con detalle por qué un nuevo ser humano no surge de la fertilización. Antes de ello, es absolutamente indispensable que el embrión se implante, con éxito, en el útero materno. Esta implantación es insustituible por variasrazones. Posibilita el acceso al ambiente necesario para sobrevivir, pero lo hace bajo la protección y en la combinación y forma única de un embarazo. Provee, además, de señales bioquímicas que ayudan a guiar el desarrollo. Se trata entonces de un conjunto de protección, nutrición e información que es exclusivo del útero materno e indispensable para el desarrollo de un nuevo ser humano.
Quien aún cree que un embrión no implantado es un ser humano no parece comprender que ninguno de nosotros sería una vida si no tuviéramos, siempre, un ambiente propicio, ¡y los embriones no implantados no lo tienen! Nuestro ambiente solo les será propicio si una madre lo filtra, lo transforma y le agrega instrucciones. Sin ambiente no hay vida. Sin ambiente materno no hay siquiera posibilidad de iniciar un nuevo ser humano.La vida fluye por la placenta.
Otro error común es pensar que el óvulo fecundado tiene al menos el potencial para formar un ser humano. Esto es falso. Lo que tiene es apenas una parte, tiene el componente cromosómico, o celular, de ese potencial. Cuando ese potencial se ha implantado bien, converge con el otro potencial, el uterino materno, y se llega al primer punto en que todos los factores necesarios para el inicio pueden comenzar a reunirse. Inicia así el primer potencial humano.
Quien sigue creyendo que un embrión no implantado es un ser humano, nos sigue reduciendo a nuestro limitado potencial cromosómico, o celular, y nada más. Es previsible que ciertos grupos religiosos se opongan ciegamente a avances como la FIV.Es, sin embargo, muy curioso que, para ello y quizás sin darse cuenta, adopten un extremismo genetista que los lleva a una concepción reducida y “cromosomista” del ser humano. Quién no apoye ni use la FIV está en su pleno y respetable derecho, pero, recíprocamente, no debe querer imponerle su opinión a todos, menos si es repitiendo argumentos científicamente inválidos.
Para otro ejemplo de lo insuficientes que son los cromosomas, recordemos que muchas células tienen el mismo potencial cromosómico que un óvulo fecundado; ¡casi cualquier otro tipo de célula lo tiene! Es posible tomar una célula de piel, de encías o muchas otras, extraer sus cromosomas y crear un embrión. Ese embrión es tan viable como un óvulo fertilizado, y tampoco tiene alternativa; solo podría generar un nuevo ser después de implantarse. Tales procesos de clonación se hacen desde hace años, con ovejas, caballos, simios, etc. Es posible hacerlo con humanos, pero no se permite por acertadas razones éticas.
Si el potencial cromosómico de un embrión bastase para una vida humana, cualquier célula que lo tuviese podría serlo. Esto llevaría a absurdos en los que, por ejemplo, rascarse o lavarse los dientes –donde mueren muchas células humanas– podrían considerarse la muerte de muchas “vidas humanas”. Otro ejemplo más son losembriones naturales que generan embarazos anembriónicos, molas hiatidiformes y hasta peligrosos coriocarcinomas, en lugar de vidas humanas. Somos más que la suma de nuestros cromosomas y los embarazos saludables nos dan un ejemplo magno de este hecho.
Ataques sin fundamento. Los ataques usuales contra la FIV terminan, sin querer, reforzando los argumentos aquí presentados. Se limitan, por ejemplo, a repetir con monotonía que un nuevo ser humano comienza en la fertilización, pero no dan argumentos científicos de peso ni refutan los hechos aquí mencionados.
Otro de estos ataques reclama que la FIV no es perfecta. Un porcentaje de embriones no implantados puede ser cryopreservado para futuros intentos o se puede perder al no lograr implantarse. Esto sería una presunta “pérdida de vidas humanas”. Como hemos visto, tal ataque es inválido de entrada, esas células no son seres humanos. Además, si siguiésemos esa lógica extremista, toda técnica médica imperfecta debería prohibirse y, dado que no hay técnica perfecta, la medicina en general debería ser prohibida.
Se trata, por supuesto, de un evidente absurdo, tal como es absurdo prohibir la FIV por imperfecta. Pero, aun si supusiésemos por un instante que el argumento es válido, es revelador que tales ataques no mencionen que la tasa de fertilidad con FIV llega a ser similar a la natural (Human Reproduction, 2011, 26: 2239-2246). Tampoco mencionan que, al igual que en FIV, la gran mayoría de fertilizaciones naturales se pierde y no resulta en embarazos exitosos (Current Genomics, 2010, 11, 397-401). Dejando de lado las suposiciones, es acertado limitar el uso de embriones, pero, al no ser vidas humanas, su pérdida no justifica oponerse a, ni mucho menos prohibir, la FIV.
Por esa prohibición, el Estado enfrenta un juicio muy serio ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Es probable que el Estado sea condenado, ya que los argumentos que presentó contra la FIV han sido bien refutados, una y otra vez, por muchos especialistas. Curiosamente, quienes adversan la FIV no podrán culpar al Estado por utilizar argumentos débiles. El Estado no tuvo más remedio; sencillamente no hay otros.
Es también ingenuo creer que la FIV está prohibida para los costarricenses. Muchos seguirán haciéndola, de manera legal e independientemente de lo que resuelva la CIDH. Sin embargo, por el momento, serán aquellos que puedan pagar una clínica en prácticamente cualquier otro país del mundo. Esta limitación afecta, entonces, solamente a familias y personas de bajos recursos; se torna así instrumento de discriminación socioeconómica y conlleva una odiosa segregación reproductiva.
Bien harían los magistrados, gobernantes y diputados, en especial quienes ni se averguenzan de desplegar su profunda ignorancia científica desde, por ejemplo, la Comisión de Derechos Humanos, en posibilitar pronto la FIV en Costa Rica.
Se ahorrarían así otro de tantos ridículos nacionales e internacionales. Se ahorrarían también su responsabilidad por imponer grandes costos a los costarricenses que tan solo quieren que se cumpla su derecho, su sueño de procrear.
Felipe Mora Bermúdez. Investigador en Neurogénesis Embrionaria, Instituto Max Planck de Biología Celular y Genética (Alemania). Premio Nacional de Ciencia 2007.