Erika Luters G. El Mercurio / GDA
De las muchas cosas que Fidel Castro detestaba del capitalismo y que se encargó de erradicar de Cuba tras el triunfo de su Revolución en 1959, estaba el golf.
Cinco decenios después, su hijo Antonio –quien acaba de ganar un torneo internacional de ese deporte– y su hermano Raúl buscan convertirlo en gancho principal para atraer turistas a la mayor isla de Las Antillas.
Antonio Castro Soto del Valle, hoy de 44 años, es el hijo favorito de Castro, tal vez por ser el único de los cinco que el líder tuvo con su actual esposa. Tras ganar hace poco la V Edición de la Copa Montecristo de golf, disputada en Varadero, se convirtió en la cara visible del retorno de ese deporte a Cuba, prohibido desde hace 52 años.
Fidel Castro lo consideraba un deporte “caro y para ricos”. En 1961, encarnó su desprecio por esa disciplina en la figura del entonces presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower. Hojeando un diario estadounidense en el que se elogiaba la destreza del mandatario para el golf, Castro y Ernesto Che Guevara decidieron burlarse de él. Vestidos con traje de campaña y gruesas botas, se pusieron en acción.
El testimonio gráfico de la parodia lo captó, en una imagen famosa, el fotógrafo cubano Alberto Korda.
El único que tenía experiencia con el golf era el Che , quien en su natal Argentina alguna vez se había ganado unos pesos como caddie. Claro que se quedó con el triunfo. Para reparar el ego de Castro, al día siguiente el diario Revolución tituló: “Fidel juega mejor que Eisenhower”.
Tras esta anécdota, los dos campos de golf que había en La Habana fueron convertidos uno en un colegio militar y el otro en una escuela de arte y la práctica del deporte quedó proscrita.
Pero nada es para siempre. Hoy, entre sus reformas para “actualizar el socialismo”, el gobierno de Raúl Castro está empeñado en privilegiar el turismo de lujo por encima del de “sol y playa”, que atrae principalmente a la clase media. Para concretarlo, ya hay aprobados 16 proyectos turísticos de lujo, con campos de golf y marinas para el atraque de yates.
“Los campos de golf atraen a un sector que gasta mucho más que el turista corriente. Para jugar golf, además de tener tiempo, hay que tener dinero. Y los que juegan golf no se alojan en hoteles de dos estrellas”, razona Eugenio Yáñez, economista cubano.