El panorama de Levante se muestra hoy turbulento.En toda la región, salvo pocas excepciones, el sectarismo religioso y las pasiones contrarias al autoritarismo de diversos rasgos se han combinado para fomentar condiciones de incontenible encono y, lamentablemente también, de violencia. Asimismo, cada choque perfila en el trasfondo la mano desestabilizadora de Irán.
Los días despejados de la Primavera Árabe han cedido hoy al embate de las furias destructivas proclamadas por los ayatolás que dominan en Irán. Los torbellinos de hoy exponen rasgos comunes de intolerancia aguda así como de los designios de los clérigos para el orden totalitario expansivo de su dogma.
La mano de Irán se nota con mayor claridad en las pugnas religiosas entre chiitas y sunitas, a las que se debe agregar una larga serie de otras agrupaciones musulmanas. A este sector se vinculan numerosos partidos políticos civiles que, al igual que los ejércitos, han constituido el anclaje de regímenes de diversa ideología, pero mayormente autoritarios e impopulares. Este giro ha sido notorio en Túnez y Egipto, dos naciones en las cuales se esperaba un florecer democrático temprano en el ansiado camino de la libertad.
La ruta a la democracia en importantes países como Pakistán, Irak y Afganistán, se observa plagada por obstáculos religiosos y étnicos. De igual manera, las monarquías y principados del golfo Pérsico reclaman imperativos religiosos para sus respectivos Gobiernos. A este respecto, el caso de Baréin presenta la confluencia de los factores citados, más la turbulencia de una población mayormente chiita y manipulada por Irán en contra del orden monárquico sunita.
El balance de la situación regional es un alto grado de inestabilidad, magnificada por Irán. Señalemos primero que Irán desafía la preeminencia de los lazos con Gobiernos occidentales y pregona la necesidad de una autonomía nuclear para sí. Este capítulo genera altas tensiones en el resto de la región que, de concretarse el poderío nuclear de Irán, amenazaría propagar una carrera atómica en el área.
Hasta el momento, Irán ha jugado sus cartas en forma habilidosa, sobre todo en las negociaciones en el seno de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). Precisamente, esta semana se realizará una ronda de negociaciones de Irán con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania, en Kazajistán.
Como ha sido ampliamente divulgado, en los espacios propios de este tipo de conversaciones, hay lagunas que le han permitido a Irán apurar la construcción de modernas facilidades para el enriquecimiento de uranio. La aceleración de una de estas bases, en Natanz, que permanece fuera de alcance de las inspecciones de la AIEA, posibilitará triplicar el tratamiento del uranio y, por ende, el potencial para una bomba nuclear.
La omisión en poner coto a esa conducta ilegal, pondría en peligro a toda la región. Recordemos que tanto Estados Unidos como Israel se han comprometido a detener la carrera persa antes de permitirle a Teherán disponer de un artefacto nuclear. Se inicia así un periodo de grandes incógnitas e inmensos peligros.
La expansión de Irán pareciera ser el objeto primario para desarrollar milicias en Siria con brigadas terroristas libanesas de Hezbolá, grupo que domina en Líbano. Esta sociedad bélica, que contará pronto con 50.000 efectivos, apoya a las fuerzas del dictador sirio Bashir Assad en la guerra interna siria. Pero su finalidad sería también, caso de que cayera Assad, tomar control de una porción de territorio sirio que posibilite el tránsito tanto a Irán como Líbano.
Otro proyecto en marcha está afincado en Irak, donde un grupo radical de iraníes e iraquíes, responsable de los ataques antinorteamericanos que precedieron la salida de las tropas de EE. UU de ese país, se está expandiendo rápidamente. Con una red de oficinas coordinadoras para servicios sociales y religiosos, sobre todo de jóvenes en todo el país, promete convertirse en una fuerza que podría definir cursos y condiciones aptas para tareas similares en otras naciones del área.
Vemos entonces cómo Irán, de la mano con sus aventuras nucleares, ya vislumbra desplegar sus nuevas estructuras armadas y poderosos arsenales a fin de imponer sus criterios en la región. Lamentablemente, no hablamos de proyectos futuros, sino de planes ya en marcha. Nada de esto es permisible sin socavar, de paso, lo que tanto ha costado desarrollar. De tener éxito Irán, tornaría al Cercano Oriente en un ámbito estratégico para sus proyectos expansivos en detrimento de cualquier esperanza de democracia.