A partir de la década de 1990, y especialmente del nuevo siglo, la cinematografía coreana ha conseguido una relevancia en el mundo cinematográfico nunca antes lograda. Es lo que se ha llamado la “nueva ola del cine coreano”.
A partir de los años 80, el cine asiático empezó a cobrar relevancia, sobre todo el de Hong Kong, gracias a las obras de Jackie Chan, John Woo y Tsui Hark; con su cine de acción, lograron incluso imponerse en Hollywood. Luego surgió el gran cineasta Wong-kar Wai, con una obra íntima y poética, cuyo filme
Al final de la década, algunos directores taiwaneses destacaron, y China sobresalió con filmes como
Se aplicaron medidas para apoyar la producción, la formación y la exhibición del cine nacional. Grandes empresas privadas, como Samsung, también invirtieron en el nuevo cine, y en 1995 se creó el Festival Internacional de Cine de Pusán, el más importante en Asia.
De igual manera, el cine coreano abordó múltiples géneros: melodrama, comedia, acción, terror y fantástico, entre otros. Las ventas internacionales aumentaron, y, paulatinamente, el público local fue apoyando sus producciones. En 1992, la cuota de espectadores de los filmes coreanos era de 18%, pero en el 2005 subió al 58,7%.
Se realizaron también coproducciones con otros países de Asia y se estableció una relación privilegiada con Japón, con la exportación de dramas y comedias.
No hay duda de que las telenovelas (llamadas
Igualmente, gracias a la apertura política y cultural, los jóvenes pudieron ver películas clásicas y modernas, de diferentes géneros, tanto en los centros culturales de las embajadas extranjeras (en video), en los festivales y en las escuelas cinematográficas.
Surgió entonces una generación de nuevos talentos. En cinco años (1996-2001) debutaron veinte realizadores, y el “boom” quedó oficializado cuando cuatro películas coreanas aparecieron concursando en diversas secciones en el festival de Cannes. A partir de entonces, el cine coreano se vio en múltiples festivales, y obtuvo muchos premios de gran importancia, no solo para los filmes, sino también para los directores y actores.
El público interno también reaccionó:
La tendencia más antigua y representativa sería el realismo nacional, cuyo director emblemático es Im Kwon-taek, reconocido como el padre del nuevo cine coreano. Sus películas, más tradicionales, se consideran obras maestras del cine nacional. Son los casos de
Lee Chang-dong posee una estética realista y refinada, mientras que Im Sang-soo (
La corriente intimista es quizá la más conocida en Occidente gracias a directores como Hong Sang-soo (
A ellos no les interesa el cine de género y mucho menos pretenden ser comerciales. Poseen un estilo original, algunas veces poético, y más bien recuerdan a los cineastas europeos de los años 60, más preocupados por el ser humano y por crear un estilo cinematográfico propio.
Bae Young-kyun (
Otros directores de esta tendencia intimista son Heo Jin-ho (
A su vez, el director Park Chan-wook (
También sobresalen directores que, si bien no son reconocidos por los críticos, son comercialmente los más exitosos. Kang U-seok y Kang Je-kyu han convocado con sus películas a millones de espectadores. Melodramas, acción y comedia son los elementos preferidos del cine coreano.
Por último, está surgiendo una “generación digital” en los últimos años. Son jóvenes que no han logrado conectarse con las grandes productoras y sacan sus películas de manera independiente y con gran valor artístico. Sus presupuestos son reducidos, y su público meta, la juventud coreana actual. Se piensa que pueden representar una segunda oleada.
Los directores más representativos de aquellos son Rho Dong-suk, autor de
En 25 años, una cinematografía casi desconocida en Occidente se ha impuesto en festivales de Europa y los Estados Unidos, con estilos, temas y sensibilidades variadas, mostrando que el cine de “Seullywood” podría convertirse en el Hollywood de Oriente.