Hace un año, Roy Cervantes Benavides, un administrador de 58 años que trabaja para la Dirección de Policía de Tránsito, pesaba poco más de 300 libras. Él era uno de los más fuertes candidatos en el Hospital San Juan de Dios para el programa de cirugía bariátrica (también conocido como baipás gástrico).
Él admite, que como muchas otras personas con obesidad, no hacía ejercicio físico, comía de manera desordenada, no encontraba ropa de su talla, salía poco de su casa y su autoestima estaba por el suelo.
Un día, este vecino de Curridabat, San José, decidió dar un giro a su vida. Eso ocurrió cuando, por causa de su obesidad, comenzó a sufrir de apnea del sueño.
“Dormía poco, pasaba cansado y tenía muchos dolores; no podía ir a reuniones y hasta tuve que dejar de manejar”, rememoró.
A partir de ese momento –dijo–, abrió los ojos y vio que todo en su rutina diaria estaba mal.
“Mis hábitos eran tan malos que, además de no levantarme de la silla del escritorio por hasta 14 horas, todos los días comía tres veces comida chatarra y ni siquiera me movía para comprarla, porque solo llamada y me la traían”, agregó.
Desde aquel “alto en el camino” este esposo y padre de cuatro hijos cambió su estilo de vida y ya no es candidato a la cirugía bariátrica.
En un año pasó de pesar más de 300 libras a las 211 en las que se encuentra hoy día y su objetivo a mediano plazo es bajar de las 200.
Para lograrlo, dejó de comer alimentos altos en grasa y sigue la dieta recomendada por la nutricionista; se ejercita en la casa y dos veces a la semana asiste a un programa de actividad física en el San Juan de Dios, junto a personas con iguales desafíos.
Cervantes sabe que le falta perder peso, pero asegura que lo hará para cumplir otra de sus metas. “Quiero poder correr una carrera de esas de la calle, a la que va tanta gente”, dijo con una sonrisa.