Yolanda Acuña, jefa de fracción del Partido Acción Ciudadana, aboga por procurar ayuda de asesores técnicos externos para orientar la labor de la bancada. Su predecesor en la jefatura, Manrique Oviedo, no ve la necesidad de los consejeros, salvo que se les asigne la función de resolver problemas de coordinación interna.
El diputado Claudio Monge se muestra escéptico frente a las dos tesis. Coincide con Oviedo en identificar la naturaleza política del problema, pero no le parece fácil obtener ayuda externa porque, en el estado actual de la fracción, haría falta “alguien como la Madre Teresa”.
Si el ángel de Calcuta hiciera el milagro, de seguro acortaría el camino a la canonización. La escisión de la bancada refleja la del partido y ninguna de las dos obedece a diferencias en la valoración técnica de los proyectos de ley o el mero conflicto de personalidades. El problema es político en un sentido esencial, porque brota del desencuentro ideológico de dos facciones cuya convivencia en las mismas tiendas dependía de definiciones laxas o, mejor, de la indefinición.
La práctica política tolera el limbo por un tiempo limitado. Llega el momento de las decisiones y con él, el de las definiciones. Al PAC se le presentó la circunstancia decisiva con la creación de la alianza opositora en el Congreso y la aprobación del plan fiscal.
Ninguno de los dos temas exige, en sí, una postura ideológica en particular, pero las tensiones generadas por la diferencia de opiniones consolidaron el distanciamiento entre bandos y catalizaron la floración de la divergencia ideológica, manifiesta en el congreso del partido, donde hubo desencuentros por el intento de definir al PAC como una agrupación “progresista”, entre otras iniciativas de intenso contenido ideológico, promovidas por el ala izquierda de la agrupación.
Desde el ala donde se agrupan los fundadores y líderes históricos del partido también hay manifestaciones de inquietud por la presencia de “chavistas”, como los definió Alberto Cañas, expresidente del PAC y uno de sus principales referentes ideológicos.
Las dificultades para hallar una fórmula de entendimiento reflejan la situación imperante en el partido, donde el arrastre político está de un lado y los mecanismos formales de decisión de otro. El ala izquierda tomó el control de puestos claves, pero el peso político de los fundadores quedó intacto. Así se explica la paradójica foto de Ottón Solís, el líder más reconocido, alejado de la mesa directiva por una cuerda divisoria. Por eso, también, el ala izquierda exige respeto para los mecanismos formales de decisión, como si la crisis respondiera a la mera indisciplina partidaria.