¿Fue por su colmillo político o por el escaso talento de sus contertulios? ¿Por qué tras la ansiada comparecencia del exmandatario José María Figueres, ayer en el Congreso, queda la sensación de que llegó y habló, pero todo sigue igual.
El expresidente acudió a la estrategia de poner a otros a hablar: “Esto no lo dice José María Figueres, lo dice la Fiscalía”.
Quien gobernó el país entre 1994 y 1998 usó en ocho ocasiones la frase: citó al Juzgado Penal, al Juzgado Contravencional, al exfiscal Francisco Dall’ Anese, a la Fiscalía de Delitos Económicos, al Tribunal de ética del PLN y al ya fallecido excanciller Rodrigo Madrigal Nieto.
Incluso bromeó citando una frase sobre el amor y el odio y dijo: “Eso no lo dice José María Figueres, lo dice José Martí”.
Intentó con un texto de tres páginas tirar al basurero los cuestionamientos que evadió responder desde el 27 de octubre del 2004 ante el mismo escenario que ayer lo cobijó con luces, cámaras, periodistas, conocidos y desconocidos. Bueno, y también con diputados: la otra cara de la moneda.
Los legisladores de oposición, esos que tuvieron enfrente a su presa política, la dejaron hablar, le dieron unos cinco vasos de agua, lo escucharon esbozar temas de su futuro electoral y lo dejaron ir, tal y como llegó.
El PAC repasó –cual clase de Derecho– la sentencia del caso Alcatel, le pidieron renunciar a una prescripción inexistente y judicializaron lo político.
El Libertario dirigió la sesión y apenas se asomó a abordar el tema central del caso: lo moral e inmoral. También lo dejaron ir.
El PUSC defendió a sus dos expresidentes condenados y el PASE resultó twittero .
En fin, el expresidente salió con cara de ‘prueba superada’: llegó, habló y todo sigue igual.
Eso no lo dice José María...