En los últimos 20 años, logramos un gran avance de la legislación ambiental brasileña, y fue gracias a esos avances que conseguimos, a partir del 2004, ir deteniendo la deforestación de la Amazonía en más del 80%.
”Entonces, comenzó a haber una presión de sectores más atrasados, muy fuerte, para cambiar la ley, y eso fue aprobado por los diputados. Es una ley muy mala para la protección de los bosques y ahora es responsabilidad de Dilma vetarla o no.
”En la segunda vuelta de las elecciones, en el 2010, ella asumió un compromiso público y se comprometió a que vetaría cualquier proyecto que implique disminución de bosques. Ahora tenemos una ley que, entre otras cosas, también hace eso.
”Mi posición es que ella debe vetar íntegramente la ley porque es muy negativa, y debe encaminar un proyecto que trate de dar un uso más sostenible a los bosques, que propicie su protección y que dé instrumentos para aumentar la producción agrícola para hacerla más intensiva y que no se expanda la frontera agrícola”.
Tenemos que hacer una diferencia entre lo que deseamos, y es necesario para salvar el planeta de sus graves problemas, y lo que los líderes políticos están priorizando como salidas para resolver estos problemas.
”Desde el punto de vista de los líderes políticos, empezando por Brasil, el empeño es bajo. Pero la sociedad civil no debe bajar las expectativas en cuanto a ese evento. Entonces, se debe seguir exigiendo lo que sea necesario y pidiendo que todos los países asuman sus responsabilidades.
”El país anfitrión no ha liderado como debería el proceso, y eso baja las expectativas en términos de resultados prácticos”.
El cambio de modelo de desarrollo, de una forma predatoria e insostenible hacia un modelo sustentable, depende de nuestro cambio en la forma de cómo nos relacionamos unos con los otros y con otras formas de existencia en la naturaleza.
”El desarrollo sostenible es un cambio en cómo hacemos las cosas, no es solo una estrategia para mejorar la producción, es una visión de nuestra vida, presente y futura”.