La frecuencia de las crisis financieras globales y económicas se ha incrementado en la última década y media, y parece haberse convertido en una característica sistémica de la economía internacional.
El crecimiento económico y los logros del desarrollo humano corren el riesgo de verse socavados por estos acontecimientos internacionales tan volátiles y esto fomenta que se vuelva a pensar sobre la naturaleza interna de las crisis, la creciente vulnerabilidad de los países en desarrollo y la capacidad de resiliencia que estos poseen para hacer frente a estos choques.
A medida que se acerca la fecha límite para la consecución de los Objetivos del Milenio 2015, el debate en torno a un nuevo marco para la comprensión de la vulnerabilidad macroeconómica y la capacidad de recuperación está ganando impulso entre una amplia gama de partes interesadas, desde el mundo académico, la sociedad civil y movimientos de base hasta las organizaciones internacionales, responsables políticos y medios de comunicación.
Una nueva investigación realizada por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas contribuye al debate público, al argumentar que en la actualidad no existe un criterio uniforme para la comprensión de la vulnerabilidad macroeconómica y la resiliencia en el contexto de crisis financiera y económica en los países en desarrollo.
Dos enfoques tradicionales. En general, se pueden identificar dos enfoques distintos.
El primer enfoque aborda la vulnerabilidad macroeconómica, principalmente en relación con las crisis financieras, divisas, deudas o crisis bancarias.
Las crisis monetarias, por ejemplo, son impulsadas por los desequilibrios macroeconómicos en el sector financiero de las economías en desarrollo y en la fragilidad de los sistemas financieros nacionales. Por lo tanto, las recomendaciones para aumentar la resiliencia ante esos shocks , se centran en la contención del crecimiento del crédito y en la oferta monetaria, en asegurar una tasa de cambio flexible y en la protección contra las políticas fiscales expansivas. Sin embargo, los presupuestos empíricos y teóricos que subyacen en muchos de los estudios y artículos que apoyan este enfoque, han sido cuestionados desde hace tiempo, en particular el supuesto de que los mercados son eficientes inherentemente y son capaces de autorregularse.
Un segundo enfoque enmarca la vulnerabilidad macroeconómica en el contexto de crisis económicas y financieras. El énfasis está puesto aquí en identificar los determinantes estructurales y los canales de transmisión mediante los cuales una economía se expone a las crisis, lo cual refleja la rápida integración de los países en desarrollo en el comercio y las finanzas internacionales. Esta perspectiva sostiene que la creciente dependencia de muchos países en desarrollo en las exportaciones de productos primarios, y en la inversión extranjera para el crecimiento económico, junto con la limitada capacidad fiscal e institucional, los hace vulnerables a las crisis económicas y financieras. No obstante, no hay un acuerdo claro sobre cuáles son los determinantes estructurales y los canales de transmisión que provocan la vulnerabilidad macroeconómica. Algunos sostienen que el tamaño y la ubicación de una economía son los factores críticos determinantes, mientras que otros se centran en la dependencia del comercio o en la dependencia de los flujos internacionales de capital privado como las condiciones primeras que exponen a una economía a los shocks.
Un factor determinante de la vulnerabilidad macroeconómica que se ha descuidado o apenas es mencionado en estos estudios, es el de la desigualdad de los ingresos. El crecimiento impresionante de la desigualdad contribuye a la inestabilidad financiera y económica a escalas mundial y nacional, mediante el fomento de un entorno político que se presta a una conducta de inversión de riesgo y a la aparición de burbujas de activos.
La desigualdad: factor poco discutido. La importancia crítica de la desigualdad como motor de las crisis, es evidente cuando uno se enfrenta con el hecho de que el ingreso promedio del 5% de los más ricos es 165 veces mayor que el ingreso del 5% de los más pobres. En un mundo donde el 5% de los más ricos ganan en 48 horas tanto como los más pobres en un año, comprender los vínculos entre la desigualdad de los ingresos y la mayor frecuencia y severidad de las crisis financieras y económicas, es fundamental para proponer políticas que permitan construir resiliencia permitir un proceso de crecimiento menos volátil.
En el pensamiento tradicional, no hay desacuerdo sobre la necesidad de promover políticas que ayuden a las economías a hacer frente o a contrarrestar los impactos de los choques. En efecto, así es como la resiliencia se define en la literatura económica. Sin embargo, hacer frente a un choque solo cuando este ocurre, presenta a los responsables de las tomas de decisiones un conjunto limitado de políticas para aumentar la resiliencia . Esto reduce las opciones para una acción conjunta para afrontar la creciente desigualdad y el tratamiento de las políticas a largo plazo, necesarias para aumentar la resiliencia sistémica.
La reciente y duradera crisis económica y financiera, junto con los nuevos llamados para un replanteamiento de los enfoques tradicionales de crecimiento económico y desarrollo, nos ofrecen una oportunidad para embarcarnos en un marco más amplio para las evaluaciones de la vulnerabilidad macroeconómica en los países en desarrollo. Este marco debería permitir una cartografía exhaustiva de todas las condiciones estructurales y los canales de transmisión que conducen a la vulnerabilidad de las economías en desarrollo, y que las exponen a los efectos de las crisis virulentas.
Las llamadas para un replanteamiento de los enfoques existentes deberían ayudarnos a formular políticas para la resiliencia y que permitan desarrollar capacidades para resistir, contrarrestar y reducir la exposición a los shocks , mientras abogan por mecanismos de coordinación global para reducir al mínimo la frecuencia de las crisis mundiales.
Anuradha Seth es asesora senior de Políticas en el Área de Política Macroeconómica y Reducción de Pobreza del Bureau de Políticas de Desarrollo, PNUD. Nueva York.