Cuestión de pitos

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Esta es una historia sin moraleja sobre la idea del progreso. Ella se llama doña Matilde y lo breve y casual de nuestro encuentro no impidió que me expresara su tristeza por estar a punto de dejar la casa de toda su vida a causa de la rehabilitación de la vía férrea que pasa por el frente. Cuando ella iba a la escuela, en su grupo era la única niña que vivía “por la línea” y, como el primer tren de pasajeros pasaba muy temprano, era siempre la primera en llegar a clases. Curiosamente, ella, tan relacionada con aquel ruidoso medio de transporte, nunca viajó en tren: no le hizo falta porque el cruce con la carretera por donde circulaban los autobuses estaba mucho más cerca que la más próxima parada del ferrocarril y, además, “el tren era solo para viajes largos”.








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