El Festival Nacional de Danza se creó en 1986 bajo el auspicio del Teatro Melico Salazar, con el propósito de estimular la danza profesional y su realización ha sido discontinua. Las tres primeras ediciones se dieron a finales de la década de los años 80. En el año 2000, se retomó la IV edición; a partir de 2006, en su VIII encuentro, finalmente, se perfiló como una instancia que promovería las obras de repertorio para potenciar la madurez de sus intérpretes y de las coreografías.
Con 12 eventos para celebrar y disfrutar de nuevas interpretaciones y revisiones de las obras, es evidente que el gremio de la danza ha ganado un espacio consolidado.
Este año, se homenajearán a las instituciones que celebran aniversarios importantes; el Conservatorio de Castella, que acumula 60 años de labor formativa en el arte y semillero de la danza, así como Danza Universitaria que cumple 35 años de estar en los escenarios con creaciones innovadoras. Durante cinco noches, 16 artistas de diferentes generaciones mostrarán creaciones ya estrenadas.
En esta primera noche vimos la obra de Lourdes Cubero Bajàkéwa a cargo de las estudiantes de 10 y 11 año del Conservatorio de Castella. Esta composición contó con música original de Ronny Ugalde.
Cubero se inspiró en la cultura cabécar para motivar las imágenes con las que movió a las nueve mujeres, quienes demostraron dominio técnico, limpieza en la ejecución y buena proyección. A nivel compositivo, la obra presenta reiteración en algunos pasajes.
Como segunda pieza de la noche vimos Guantánamo blues de la coreógrafa, intérprete e integrante del grupo Lasafueras, Andrea Catania. Como siempre, esta autora tiene la capacidad de utilizar el lenguaje corporal para transmitir con claridad sus ideas sin caer en lo obvio; además, goza del sentido de la síntesis que es importante en la composición. Este es un interesante trabajo que habla sobre la tortura y el ejercicio del poder.
La bailarina Metzi Hovenga reinterpretó de la coreógrafa Sandra Trejos Cuarto oscuro . Un solo que Hovenga bailó hace 20 años y que todavía tiene vigencia estética y temática.
Con música de Arvo Part y luces de Rico Heider, Sandra Trejos logró secuencias adecuadas para tratar el tema de la autodestrucción.
El grupo ImagoDanza escenificó de Rogelio López Los bañistas, que contó con música de Arroyo y escenografía de Carlos Schmidt. Hazel Torres, Fabián Arroyo y Cristopher Núñez, dentro de una atmósfera onírica y con carácter lúdico, se apropian del espacio y el tiempo con dominio en sus cuerpos.
Aspectos a considerar para futuras temporadas, no resultó conveniente la programación consecutiva de dos obras de corte similar como fueron los solos Guantánamo blues y Cuarto oscuro .
Además, sería conveniente en esta actividad poner en el programa de mano, el año de creación de las obras para poderlas ver en perspectiva, principalmente por el carácter del festival.
Por lo demás, los que bailaron esta noche gozaron de un nutrido aplauso y son prueba que la calidad de los intérpretes de Costa Rica.
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