Contrario a la edición pasada, donde la mayoría de las propuestas fueron ejecutadas y creadas por hombres, en el reciente Festival de Solos Hecho a Mano, la presencia de la mujer fue predominante, y le correspondió al joven costarricense Camilo Regueyra dar el toque masculino con su intervención denominada Pie de limón , en la tercera noche del encuentro.
Regueyra estuvo acompañado de la clarinetista Mariela Miranda, con quien ofreció una intervención espacial en la que interactuó con el nutrido público que acudió a la cita. Por razones de espacio y tiempo fue imposible contemplar la totalidad de sus movimientos y gestos enérgicos, mas por lo que percibí, debo reconocerle a Regueyra la capacidad para moverse y resolver situaciones inesperadas, así como para involucrar a la audiencia en su juego escénico.
La segunda participación fue de la colombiana Angélica María Nieto, quien escenificó Arrebol . Nieto utiliza como motivación para la obra, la experiencia de una persona joven (30 años) con el propósito de mostrar diversas situaciones sociales, que condicionan y compiten con la naturalidad humana.
Cada segmento de Arrebol (inicio, video, el texto recitado, la ronda de los ajos, etc.) podría ser una obra en sí, por el lenguaje que se observa. Angélica cumple a cabalidad cuando aborda el movimiento. Esta propuesta fue la más larga de la noche; la síntesis le mejoraría el ritmo, ya que tiene secciones en las que el contenido expuesto se reitera sin mayor aporte a su fragmentada dramaturgia.
Como tercera parte del programa vimos, TOC de la coreógrafa Henriette Borbón, puesta en escena que tiene como protagonista a Natalia Herra, quien asume el personaje de una mujer obsesiva compulsiva. Este trabajo contó con vestuario y utilería ideado por la coreógrafa y una partitura musical original de Isabel Guzmán.
Buena resultó la interpretación de Herra, en la que podemos incluir la capacidad de la bailarina para enfrentar roles distintos a los que le hemos visto este año. También en TOC , apreciamos en la autora incursión a nuevos territorios compositivos donde logró utilizar la destreza técnica y dificultad de movimiento en función del contenido y la construcción del personaje. Otro aspecto interesante de TOC fue el involucramiento discreto del público en ciertos momentos de la obra.
Desde Chile, Paula Sacur trajo su creación Costamarfil , interpretada por ella misma bajo la dirección de Emilio Edwars, con música de Vicent Gallo y un florido vestuario diseñado por Gabriela Arenas. Este cierre, por su acento cómico, mantuvo a la concurrencia atrapada y en constantes risas. Costamarfil es una actuación en la que Sacur propone el espacio (una habitación) como metáfora del ámbito social, que, a la vez, condiciona al personaje. Durante la presentación, la habitación fue adquiriendo fuerza hasta convertirse en coprotagonista.
En esta bailarina chilena, vimos dominio corporal, adecuada expresividad y duración justa para sostener la pieza, sin embargo el volumen de la voz fue muy bajo. Por la tónica de la obras anteriores, Sacur pudo pedirle al público su opinión antes de cada foto.
Esta función fue una larga jornada de cuatro obras, de las cuales alguna pudo haber sido redistribuida en otros días del festival.