Como cierre del certamen de creación en Danza Contemporánea SóloDos en Danza, en el cual concursaron casi 50 propuestas de obras unipersonales y dúos, presenciamos la función de gala donde se anunció a los ganadores. El primer lugar fue para la obra Etérea , de Marko Fonseca y José Raúl Martínez. Los otros participantes que recibieron distinciones por sus creaciones fueron Laura Garrigues y Yul Gatjens, por Sushi con cantonés ; Bryan Chavarría y Camilo Regueyra, por Yonkit y Estefanía Dondi, por el solo denominado Anónima .
Este certamen internacional de danza fue organizado por los coreógrafos Erick Jiménez y la española Maruxa Salas, y contó con el apoyo de la comunidad de Barva, de diferentes instituciones culturales nacionales, así como de varios festivales internacionales de danza.
Hubo participación de bailarines y coreógrafos nacionales y extranjeros, y el jurado estuvo integrado por los coreógrafos Miguel Ángel Punzano, Luis Vallejo, Shantí Vera y Jaciel Neri.
El público que acudió a la cita de clausura pudo disfrutar tres obras: la primera fue un segmento de Vacuo de Maruxa Salas, interpretado por los miembros de la Compañía Nacional de Danza, quienes se apropiaron de los ritmos de la música de Berrogueto y bailaron con mucha energía y seguridad. El conjunto resolvió a cabalidad la desafiante propuesta de movimiento de Salas y se ganó el aplauso de los lugareños y seguidores de la danza que llagaron al parque.
En la segunda parte del espectáculo intervino el elenco de la agrupación UNA Danza Joven, que ejecutó Ojo monocorde , de la coreógrafa Ana María Moreno.
Estos bailarines del último nivel de la Escuela de Danza de la Universidad Nacional, se vistieron con trajes en blanco y negro para dar vida a singulares personajes resueltos por dinámicas resoluciones de espacio y movimiento. Además, demostraron buena proyección en sus ejecuciones.
El cierre del programa le correspondió al grupo Independiente, dirigido por la creadora barveña Kimberly Ulate, quien presentó su coreografía Chanchochingo . La autora utilizó elementos (vestuario cotidiano, utilería y música) de la cultura popular para escenificar experiencias cómicas.
Sin embargo, por ser un espacio abierto, la mayoría del público no pudo apreciar los textos que los bailarines decían con poco volumen. No obstante, los ocho bailarines abarcaron las dimensiones del anfiteatro con solvencia técnica.
Por las condiciones del escenario, las tres coreografías solo contaron con un diseño luminotécnico básico, pero suficiente para poder apreciar los cuerpos en movimiento y los gestos de los bailarines. El ruido urbano se integró a todas las bandas sonoras de las coreografías, sin afectar en la dramaturgia.
Al finalizar, los organizadores se despidieron diciendo: “hasta el próximo año”. Esperemos que este evento se repita y se transforme en una tradición, en la cual la ciudad de Barva se convierta en un lugar que propicia la danza nacional como internacional.