En momentos claves de su historia, Costa Rica ha sabido tomar decisiones que han marcado su destino para bien. La fundación de nuestra República sobre la base del trabajo individual y la educación como principales instrumentos para la generación de riqueza y movilidad social; la construcción de una fuerte institucionalidad democrática y un sólido Estado de derecho; la abolición del Ejército y la inversión en desarrollo humano; la temprana y visionaria apuesta por el desarrollo sostenible; y la oportuna apertura e integración al mundo a través del comercio y la inversión son decisiones que nos han permitido ir construyendo, a través de distintos momentos de nuestra historia, un país con un rumbo claro.
Para honrar tan excepcional legado debemos construir con responsabilidad nuestro futuro. La inercia histórica, por sí sola, no hará de Costa Rica una nación desarrollada. Partimos de una buena base pues nuestros cimientos son sólidos; asentados en ellos, nuestro compromiso y visión deben ser ambiciosos.
Para continuar avanzando, primero, veámonos en el espejo del mundo, y en el de nuestra propia historia, para asentarnos en lo mejor del pasado e impulsar el futuro que queremos, sin complejos y sin caer en los extremos de la autoflagelación o de la autocomplacencia. Segundo, abordemos la interacción entre protección ambiental, desarrollo social y crecimiento económico como un juego de armonías, no de oposiciones. Tercero, no temamos a la competencia global; más bien, hagamos todo lo posible por integrarnos a la economía mundial, y por utilizar los beneficios de este esfuerzo para encadenar mejor nuestro potencial interno, mejorar nuestra competitividad y el bienestar de nuestra gente.
Vivimos en un mundo integrado por la tecnología y dinamizado por el comercio. La oportunidad de sacar ventaja de estas nuevas condiciones no descansa sobre lo que hemos hecho hasta ahora sino sobre lo que estamos haciendo y lo que haremos en el futuro próximo.
Está claro que el horizonte nacional, regional y global presenta múltiples oportunidades, pero también grandes retos y desafíos. Estamos trabajando por enfrentarlos con la misma determinación y los mismos balances con que lo hemos hecho a lo largo de nuestra historia. En este camino, estamos listos para compartir con el mundo nuestras experiencias, pero necesitamos también de la guía y aporte de otros que, como nosotros, trabajan por mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es la organización intergubernamental que puede ayudarnos a aprender de las ideas, experiencias y evidencia de otros países. Esta es la tarea más importante de esta institución y el principal beneficio que ofrece. Es una valiosísima fuente de aprendizaje sobre políticas públicas y buenas prácticas que permite evitar la improvisación y fomenta excelencia, coherencia y responsabilidad en la administración pública.
Nos hemos acercado a la organización y ya estamos percibiendo beneficios de ello en materia de políticas educativas, fiscales, de inversión e innovación, entre otros. Esperamos muy pronto estar participando en comités y foros de la organización, así como suscribiendo diversos instrumentos que en temas como inversión, políticas de Internet o crecimiento verde se alinean muy bien con la visión costarricense.
He planteado a mis colegas presidentes de los países miembros de la OCDE que Costa Rica es una nación con una trayectoria comprobada y una visión compartida con la organización. Estamos listos para contribuir con nuestra experiencia y comprometidos a trabajar para diseminar los valores y principios que la informan. Nuestros esfuerzos pueden convertirse en un ejemplo en esta región del mundo, a la vez que se constituyen en una muestra de la creciente vocación de apertura y diversidad de la organización.
Sobre la base de lo que hemos alcanzado hasta la fecha, trabajamos para salir del grupo de países de renta media y avanzar hacia el desarrollo. La OCDE es un excelente socio para transitar por ese camino. El ingreso a ella, sin embargo, está marcado por múltiples condiciones que deberemos ir sorteando y que en el caso de algunos países, como Chile, ha llegado a tomar muchos años. Confiamos en que, tarde o temprano, nuestros esfuerzos darán resultados y podremos vincularnos plenamente con la organización.