Sin proponérselo, Yaniv “Nev” Schulman se convirtió en el conejillo de indias de una historia que le causaría un profundo desconcierto y que, a la postre, sería la punta de lanza de su carrera como productor de cine y televisión.
Todo empezó cuando Nev, que es fotógrafo, recibió un cuadro que reproducía una de sus imágenes más reconocidas. Lo envió Abby, una niña de 8 años de un pueblo de Michigan, con quien entabló una relación vía cartas y teléfono. Más tarde, la amistad se extendió a varios miembros de la familia de la niña y Nev terminó por emparejarse sentimentalmente con Megan, hermana mayor de Abby. También chateaba con los padres de ellas, Ángela y Vince.
Megan, joven técnica veterinaria, que se dedica a la danza y a componer canciones, le envía algunas de sus piezas a Nev en formato MP3. Y ahí empieza todo. Por casualidad, él descubre que estas canciones son un plagio de otras existentes en Youtube. Ya con el “sospechómetro” puesto, indaga y descubre que tanto Megan como su madre le mintieron. Entonces Ariel, hermano de Nev, lo convence de llegar hasta las últimas consecuencias y hacen un viaje sorpresivo a Michigan, donde se encuentran con una historia de locura. Megan existe pero se fue de la casa hace mucho y nadie sabe dónde está; era su madre, Ángela, quien tenía el romance cibernético con Nev, y también era ella quien hacía las réplicas de las fotografías que supuestamente enviaba Abby. La niña sí existía, pero no tenía la menor idea de la existencia de Nev... y tampoco sabe dibujar. Al verse descubierta, Ángela rompe en llanto y admite que inventó todo: le explica que utilizó fotografías de otras personas para ella y su familia pero que siempre fue ella la que estaba tras los perfiles (igualmente falsos) de sus hijas. Explicó que los personajes que creó representaban unos que otros fragmentos de su personalidad, y en algunos casos reflejaban lo que ella creía que habría sido su vida en el caso de haber tomado otras decisiones.
Los hermanos deciden contar la peculiar situación en un importante documental, el resto es historia y la pregunta sigue latente: ¿Sabe usted con quién está chateando? 1