¡Cuántos cambios puede haber sufrido la lotería nacional en 125 años de existencia!
Tras descartar lo obvio –por ejemplo, el monto de los premios, que ha debido irse ajustando a la época–, quedan otras revelaciones como la de que no siempre los billetes han tenido número y serie: alguna vez se ganaba solo con el número. El famoso gordo, ese esperado sorteo que la Junta hace concidir con la temporada navideña, tampoco existe desde siempre. Se instituyó en 1960 y, eso sí, puso a la sociedad de cabeza desde la primera emisión.
El deseo por hacerse millonario de la noche a la mañana, sin hacer más esfuerzo que el de adquirir uno o varios pedacitos de suerte, ese sí que ha sido invariable desde que el ser humano puebla la tierra.
No importa qué diga la estadística –que la posibilidad real de quedarse con el mayor es de 1 en 100.000–, da lo mismo. Si otros lo han ganado, ¿por qué no uno?
De esa esperanza que nunca se agota se ha nutrido la Lotería Nacional, en cuya historia se asoman hoy Jairo Villegas y Randall Corella. Lo que investigaron se halla en el reportaje principal de nuestra edición de hoy, que yo sugiero empezar a leer por la historieta de Maitena... de alguna forma, estoy segura de que se sentirá identificado.
Decía Fran Lebowitz, humorista y ensayista estadounidense, que las posibilidades de ganarse la lotería son iguales si se compra o no se compra. Yo, sin embargo, admito que al menos sucumbo una vez al año.