Si nuestra báscula nos indica que estamos pasados de peso, quizás hasta calificamos de obesos, ya es bien conocido qué debemos hacer: echar mano a la dieta balanceada y al ejercicio, formidables remedios para combatir a la obesidad.
Sin embargo, parece que en nuestro cerebro hay un remedio más, una clave para combatir el sobrepeso: el control del actuar de una hormona llamada leptina.
La leptina es segregada por las células de grasa del cuerpo. Su misión es enviar una señal al cerebro de saciedad.
Una vez que el cerebro recibe la señal, él activa una cadena de otras indicaciones para que dejemos de comer y empecemos a quemar grasa.
Sin embargo, hay algo que no calza en esta explicación: si uno es obeso sin lugar a duda tiene más células de grasa por lo que se segrega más leptina y por tanto recibe más señales de saciedad que lo debería llevar a dejar de comer, quemar más grasa y evitar que se engorde. ¿Por qué no funciona así?
Lo que ocurre es que cuando hay una sobredosis de leptina el cerebro se vuelve sordo a la señal de la hormona y se rompe la cadena que activa el circuito de indicaciones para dejar de comer y quemar grasa.
Así lo demostró un equipo de investigadores de la Universidad Suroeste de Texas, Estados Unidos, que analizó cerebros de ratones a los que se les creó resistencia a la leptina.
El equipo, liderado por Joel Elmquist, encontró que la cadena de acciones cerebrales que arranca con la señal de la leptina simplemente se rompe cuando el cerebro está expuesto a mucha de esta hormona, según detallan en un reporte en la revista Cell Metabolism .
¿Qué hacer si ya se generó resistencia a la leptina?
Un equipo de investigadores del Instituto Weizmann, en Israel, cree tener la respuesta: hay una proteína que sirve de amplificadora de la señal de la leptina en el cerebro, si la proteína no está presente, la señal de la hormona es más tenue y vuelve a ser escuchada por el cerebro aunque haya un exceso de leptina, por lo que se activan las órdenes de saciedad y de empezar a quemar grasa.
La proteína es la tirosina fosfatasa épsilon (PTPe, por sus siglas en ingles) y el objetivo inicial del equipo de investigadores liderado por Ari Elson era analizar su efecto en el desarrollo de la osteoporosis.
Para ello crearon en el laboratorio ratonas que carecían de PTP, les extrajeron los ovarios para acelerar el desarrollo de osteoporosis y las alimentaron con una dieta alta en grasas.
Para sorpresa de Elson y sus colegas, las ratonas menopáusicas y bajo una dieta alta en calorías no engordaron, se mantuvieron delgadas.
Luego, según se detalla en el estudio publicado también en la revista Cell Metabolism , analizaron el cerebro de las ratonas y descubrieron el efecto de la proteína PTP en el actuar de la leptina al nivel del hipocampo.
Se deberá hacer estudios en humanos para saber si bloquear el PTP en nuestros cerebros ayuda a controlar la obesidad de igual forma a como lo hizo en los roedores del estudio.
Eso sí, hay malas noticias para los varones: el bloquear la PTP funcionó solo en los cerebros de las ratonas y puede que funcione solo en el de las mujeres; habrá que ver qué revelan las futuras investigaciones.