Si bien aún es corto el tiempo para evaluar el TLC de Centroamérica, República Dominicana y EE. UU. (TLC), ya se pueden apreciar efectos notables en las tendencias del comercio y en la apertura de telefonía móvil e Internet.
En primer lugar, cabe mencionar que mientras las exportaciones de bienes de Costa Rica a EE. UU. alcanzaban cuatro mil millones de dólares en el 2008 (medidos por el valor de las importaciones a EE. UU.), en 2011 esa cifra alcanzó los once mil millones de dólares. Costa Rica se perfila así como el país de los signatarios del TLC que ha sacado el mayor provecho y el único que no sufrió caída alguna a pesar de la Gran Recesión de 2008-9.
Un segundo resultado a destacar es consecuencia del anterior. Costa Rica representaba el 22% de las exportaciones totales de bienes Centroamérica y República Dominicana a EE. UU. en 2000. Esta participación se eleva a 36% en 2011 (más que Guatemala y República Dominicana juntos). Como nota, cabe mencionar que el otro país que incrementa su participación del 4 al 9% es Nicaragua. Todos los demás países pierden participación relativa.
Tercero, Costa Rica convierte su déficit comercial más de un mil quinientos millones de dólares en 2008 en un superávit de casi cinco mil millones en 2011. Si bien el objetivo del comercio bilateral no es necesariamente obtener un superávit con cada socio comercial, es interesante observar esta evolución con el principal socio comercial. En efecto, el TLC significó una certeza en el acceso y transparencia en las disciplinas comerciales al mercado estadounidense que probablemente se asocien con este comportamiento exportador y la continua atracción de inversiones.
Cuarto, desde una perspectiva del desarrollo nacional, quizás el elemento de mayor relieve es la composición de las exportaciones. Los demás países centroamericanos siguen especializados en productos agrícolas y textiles y confección, dependientes de bajos salarios y ventajas absolutas de la agricultura, con proporciones que van desde el 72% para Nicaragua, hasta el 84% para El Salvador, mientras que para Costa Rica estas exportaciones representan tan solo el 14% de sus exportaciones de bienes a EE. UU. En efecto, el patrón de especialización de Costa Rica se basa en bienes de alta tecnología y calificación de la mano de obra. Sus exportaciones a EE. UU. se concentran en maquinaria eléctrica y otras, y equipo médico y óptico, las cuales representan el 75% del total. El país que más se le acerca es República Dominicana con 35%. Cabe recordar con Raúl Prebisch que, para lograr el desarrollo, es indispensable cambiar el patrón de inserción al comercio internacional pasando de los bienes primarios a los bienes industriales.
Quinto, el impacto positivo en telecomunicaciones e Internet, capítulo exclusivo de Costa Rica, es no menos sorprendente. Costa Rica mantenía un rezago tremendo en la penetración de la telefonía celular. Mientras que en el primer trimestre de 2011 en Latinoamérica la penetración promedio alcanzaba al 91%, Costa Rica se mantenía en el 56%. A partir de ese momento, su tasa de crecimiento anual se dispara al 22.5% anual (la más alta de la región), de tal manera que la penetración alcanza el 84% en el primer trimestre de 2012 (Latinoamérica ya supera el 110%, pero la brecha se acorta). La cobertura en acceso a Internet de banda ancha fija muestra una tasa de crecimiento anual aún más vertiginosa, mientras en el primer trimestre de 2010 Latinoamérica tenía un promedio de 5,8%, Costa Rica solo alcanzaba 4,5%. En el primer trimestre de 2012, Costa Rica con una penetración de 8,7% supera el promedio latinoamericano de 7,5%. En el acceso a banda ancha móvil el rezago costarricense era tremendo, no alcanzaba el 1% en el primer trimestre de 2010, mientras Latinoamérica cubría un 5%. La penetración regional crece rápidamente hasta lograr superar el 18% en el primer trimestre de 2012, pero Costa Rica no solo se sobrepone al rezago, sino que supera el promedio regional al sobrepasar el 20% de penetración.
De tal manera, que el SÍ al TLC, incluida la apertura en telecomunicaciones e Internet y las nuevas condiciones de competencia generadas, está demostrando su conveniencia para el desarrollo nacional. Al igual que en el momento del referéndum, no se le pueden pedir efectos que un TLC no puede lograr, tales como mejorar la distribución del ingreso o aumentar la competitividad de las pymes y su vinculación con los sectores de vanguardia. Estas son tareas pendientes.