Si el doctor Moreno enviase la lista de sus méritos académicos por delante, él nunca llegaría: sería la lectura de nunca acabar. Felizmente, el doctor Edgardo Moreno Robles es puntual; llega al restaurante, a la entrevista, cuando la tarde ya ha olvidado que fue mediodía y cuando, fuera, por la ventana, el Sol se aparece tras las rejas: ni que fuera expresidente.
Edgardo Moreno acaba de recibir el título de Catedrático Humboldt del año 2012 que por voto unánime le otorgaron la UCR y el Servicio Alemán de Intercambio Acadé-mico (DAAD). Lo recomendó la abrumación de méritos que él ha adunado en 35 años laborando como microbiólogo, investigador científico y formador de innúmeros profesionales.
–Yo quería ser futbolista, como todos –bromea Moreno con su leve dejo mexicano, y dice bien pues, entre los hombres, solamente hay algo más generalizado que desear ser futbolista: el considerarse obligado a escribir una novela.
Edgardo Moreno añade:
–Los deportes de conjunto se parecen a la investigación en que sus actores deben trabajar en equipo, cada uno cumpliendo funciones específicas. Además, se requiere mucho entrenamiento y dedicación, También hay que “codearse” internacionalmente; de otra manera se logra poco impacto. Algunas diferencias son que la vida profesional de los científicos es mucho más larga y no tan bien pagada como la de los futbolistas.
En Costa Rica, Edgardo Moreno ha dirigido equipos de investigación en microbiología, especialmente los dedicados a la biogénesis de la bacteria
El Consejo Consultivo de la Cátedra Humboldt expresó que las actividades de Moreno, “como científico, abarcan de forma igualmente exitosa la docencia, la acción social y la investigación”. “Sus investigaciones son de muy alta calidad y de un elevado impacto social”, añade el Consejo. “Su proyecto se adapta al ideal científico de los hermanos Wilhelm y Alexander von Humboldt”, agrega.
¿Cuáles son los compromisos académicos de los ganadores de la Cátedra Humboldt? “Continuar haciendo las cosas que me gustan, pero con un respiro. Tendré la oportunidad de hacer síntesis sobre nuestro trabajo en brucelosis y dar algunas charlas”, responde.
Moreno hizo su posdoctorado en el Instituto Max Planck de Freiburgo, y un año sabático en el Max Planck de Berlín. Desde entonces, el científico colabora con investigadores alemanes.
Durante 35 años, Edgardo Moreno ha investigado la brucelosis. Recientemente se ha dedicado más a la inmunidad innata (los mecanismos de inflamación) durante las infecciones causadas por la
Edgardo Moreno es colaborador científico de
–Me envían mensajes para opinar y preguntar. Alguien me inquirió sobre el “mono gourmet”, pero yo había escrito sobre el “Homo gourmet”. Otro día, un muchacho de colegio que preguntó: “¿Es normal que mi perro sea gay?”. Se nota el interés en conocer más pues todos los seres humanos sentimos curiosidad; lo importante es mantenerla. Por mi parte, cuando escribo esos artículos, también me divierto porque la ciencia es muy divertida.
Edgardo Moreno nació en la ciudad de Orizaba (Veracruz) el 24 de febrero de 1949. En 1967, cuando cursaba la preparatoria (años intermedios entre el colegio y la universidad), el gobierno mexicano cerró las universidades, y él, invitado por amigos, llegó a San José a terminar su secundaria en el Colegio Calasanz. Más tarde ingresó en la Universidad de Costa Rica para estudiar ciencias biológicas. Es nacionalizado costarricense.
Moreno confiesa que le gustan casi todas las actividades intelectuales: la literatura, el arte...: “Quise ser músico, pero no tenía las cualidades”. Sin embargo, en la Estudiantina de la UCR, tocaba el arpa, la guitarra y el charango, y era aficionado a la música folclórica de Hispanoamérica. Con los años, Moreno cambió las quenas por las cristalinas zampoñas de las probetas.
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–Comparto la visión de Mario Bunge: como disciplina, la ciencia es neutra, pero los científicos no son neutrales. Por otro lado, no es neutra la tecnología; es decir, la aplicación de la ciencia. La ideología no puede modificar la ley de la gravedad, pero su conocimiento y su aplicación permiten lanzar misiles. Los principales culpables de los usos violentos de la tecnología son los militares y los políticos.
–Podría repetir: “La verdad nos hace libres”. La vocación de la ciencia es descubrir la verdad sobre la naturaleza y divulgarla. Por lo tanto, la ciencia nos ayuda a ser libres. Una condición humanista necesaria es la libertad. Conclusión: la ciencia es humanista en su contenido y en su forma.
“La separación entre la ciencia y el resto del conocimiento es una aberración. La ciencia es parte de la cultura y debe inculcarse como algo cotidiano en la vida de las personas. El problema es que la gente tiende a confundir el magisterio de la ciencia con la técnica, y a los técnicos con los científicos.
–Potencial humano hay. La falta de talento la encarnan los políticos que no han comprendido que deben generarse espacios públicos y privados para que la investigación científica prospere. Esto es como entrenar jóvenes para que sean futbolistas sin la existencia de una liga profesional que los acoja. Su alternativa es migrar o dedicarse a otra cosa. Dinero siempre hace falta.
–El estudio de la enfermedad de Chagas, del equipo de Carlota Monroy, en Guatemala; el trabajo sobre la brucelosis, del Programa de Investigaciones en Enfermedades Tropicales (PIET), en Costa Rica, y los estudios acerca de las diarreas, de varios países: el Proyecto de NeTrópica para Centroamérica.
–Sí. Trabajando con ellos, se me olvida la edad que tengo (hasta que me muevo). La mezcla de experticia y juventud es vital y una regla en la investigación científica. El problema es que, fuera de las universidades públicas, casi no hay espacios donde colocarlos.
–El último “experimento” de un científico es la publicación de su trabajo. Por lo tanto, está en la obligación de comunicar sus investigaciones. No hacerlo es como un poeta que no escribe. Para mí es un placer pues es el momento de síntesis.
–Stephen Jay Gould
–Por varias razones en Costa Rica los científicos “tiran la toalla” siendo jóvenes, lo que es una pena y una pérdida. En general los científicos son “opinionated” y metiches. Es propio de su actividad.
–La agresividad y el altruismo son parte de la naturaleza animal y mecanismos de selección natural. Nosotros somos animales; ergo, la agresividad y el altruismo son parte de la naturaleza humana. La diferencia es que los humanos pueden sobreponerse a su biología (de lo contrario no existirían los vegetarianos, como lo notó un buen amigo) y ser aún más crueles o más altruistas.
–La ciencia es mi vocación. Seguir investigando y convenciendo a jóvenes para que se hagan científicos, con la esperanza de, cuando sean viejos, embarquen a más jóvenes en esta aventura.