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En los pasados días escuché dos tipos de comentario. Primero, la producción de El chinamo aseguraba en Telenoticias que el objetivo era producir todos los años un Chinamo diferente. Esto establece una promesa de la producción con los perceptores, promesa que hay que cumplir.
La otra opinión fue de allegados que parecían concordar en algo: El chinamo tiene años de ser igual.
No solo se trata de llamarse o ser el programa líder de fin de año; realmente, se trata de entregarle a la audiencia una experiencia meditada.
Pecado era tomar estos comentarios como veredicto. Lo mejor fue darle la oportunidad al espacio, ver si la promesa se cumplía desde la producción.
¿Distinto? La diferencia de este año con respecto a otros es difícil de encontrar. Como punto relevante está el set. Pareciera que la única manera de obtener un set diferente sería prescindir del mismo. Variar los colores, ubicación de logos y el juego de luces no lo hace realmente diferente.
Otro ejemplo es La copa chinamo , que no presenta novedad. Un equipo de curas no lo hace diferente. El medio tiempo tiene exactamente la misma pinta, las rumberitas y llamaradas de fuego detrás. ¿Cambiar a las modelos es novedad? No. Son muchachas bonitas pero no aportan a la empatía del show .
Viendo estos ejemplos, no hay más que preguntarse en qué radica la diferencia. ¿Elenco? El mismo. ¿Concursos? Los mismos, con distinto patrocinador. ¿Las canciones? ¿Los animados? ¿Chinaoke? Igual. Todo tiene un aspecto tan conocido que sería difícil diferenciar entre una emisión de este año y una del 2011.
La novedad. ¿Qué hay nuevo? Bryan Ganoza, aunque sale siempre tutelado en sus intervenciones por un presentador o un comediante. Parece haber sido invitado por su popularidad actual y no por un aporte tangible.
Otra novedad es Chinameros en el mundo . Esta idea es loable, pero no le aporta mucho al show , más bien lo frena. Entrevistar ticos residentes en el extranjero no es un valor asociado con el ambiente de fiesta que busca El chinamo , es decir, todo el año hay ticos residiendo fuera del país.
Pareciera que estas novedades son pruebas de la producción más que contenidos creados a la medida.
Entre todas las paridades del espacio con sus ediciones anteriores, la participación del monólogo de Hernán Jiménez es nueva.
Lamentablemente, la producción exagera el show de Jiménez, agregando recursos visuales que el stand up comedy no requiere, ya que normalmente se sustenta de lo verbal y no de lo visual.
Luego de tres horas de duración, la reconstrucción de una disco es clara, pero deja una pregunta: ¿existe relevancia en ver gente bailando y gritando para ganarse un regalo del patrocinador? ¿Qué deja en casa? ¿Cómo se vincula la audiencia con esos sucesos en el set?
A fin de cuentas, esto es un programa hecho para ser visto, no visitado. La exhortación de “una bulla” queda en el set y no trasciende la pantalla.
El chinamo es un programa “tradicional” en fin de año, sus once ediciones ya pesan.
Es muy arriesgado para Teletica cambiar la fórmula que le ha funcionado por años, por esa razón habrá Chinamo mucho más tiempo.
Desde el negocio esto es sensato y sano; sin embargo, debe haber cautela con lo que se promete a la audiencia. Este programa mantiene un contenido idéntico a otros años e integra curiosidades más bien a modo de prueba y error; en forma, realmente no innova.
Al final, los comentarios de los allegados resultaron certeros; si disfrazar al Porcionzón es la mejora sustancial, la promesa quedó en palabras vacías.