En Madrid, en 1889, con información obtenida en el Archivo General de las Indias y seleccionada por don León Fernández, don Ricardo Fernández Guardia publicó una importante obra titulada Historia de Costa Rica Durante la Dominación Española 1502-1821. El libro tiene 650 páginas, todas llenas de interesantísima información sobre la realidad social de nuestro país, vista por ojos de españoles.
Presentaré aquí una minúscula porción para que el lector se forme una idea de lo que contiene y la forma en que quedó recogida la historia.
Los españoles vinieron en búsqueda de riqueza y de paso nos dejaron su religión. Al lado del sacerdote iba el tesorero y por ello los informes al Rey eran así: “El cacique Burica está 10 leguas adelante: bautizáronse 48 ánimas; dió 249 pesos”. “El cacique Osa está 8 leguas adelante: bautizáronse 13 ánimas, dió 418 pesos de oro”. Las ánimas “son flecheros é valientes hombres”, dice el relato, “é llámanse cristianos desde que Gil González de Avila anduvo por allí; pero yo creo que hay pocos de ellos que lo sean. Son idólatras é tienen muchos ídolos de barro é de palo en unas casillas pequeñas é bajas que les hacen dentro del pueblo”. O sea, se bautizaron, luego volvieron a lo suyo, pero no les devolvieron el oro.
La chaquira. La tal chaquira (que así era como se escribía) no era desconocida por nuestros indios. En las islas del golfo de Nicoya había un marisco que llamaban pie de burro, grande y grueso y que a veces tenía perlas. “Afirman los hombres de la mar que es el más excelente pescado de todos: de las conchas de ellos hacen los indios cuentas para sus sartales é pañetes, que se llaman chaquira, muy gentil é colorado, que parecen corales'”. “Las mujeres de Nicoya son las más hermosas que yo he visto en aquellas partes”.
Sobre la moda de ellas, escribió en 1529 el historiador Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés: “traen las indias unas bragas pintadas, que son un pedazo de tela de algodón de muchas labores é colores, cogido de un hilo que se ciñen: é esta tela es tan ancha como dos palmos, é por detrás baja desde la cinta é métenla entre ambas piernas é pasa delante, é alcanza a cubrir el ombligo é ponerse debajo del mismo hilo ó cinta, é así cubren sus partes vergonzosas: todo lo demás de las personas traen descubierto é desnudo”.
Por su parte, los hombres “el miembro generativo traen atado por el capullo, haciéndole entrar tanto adentro, que á algunos no se les parece de tal arma sino la atadura, que es unos hilos de algodón allí revueltos. Preguntándoles yo (se refiere al historiador) la causa porque andaban así, decían que porque aquello era de usanza”. Pero no se quedó allí la respuesta de los indios de esa comarca, pues agregaron que “era mejor traerlo así que no suelto, como los indios de la isla de Chira, ó como nuestros caballos”. Interesante consideración.
Comúnmente los indios tenían una única esposa, observaron los españoles, “é pocos son los que tienen más, excepto los principales ó el que pueda dar de comer á más mujeres; é los caciques cuantas quieran”. Si una de las aristas del matrimonio es la financiera, esta regla no deja de tener sentido.
Prostitución. Y como ocurría en Pompeya siglos antes, y no sé donde más, también aquí había “mujeres públicas que se ganan é se conceden á quien las quiere por diez almendras de cacao, de las que se ha dicho que es en moneda: é tienen rufianes algunas de ellas, no para darle parte de su ganancia, sino para se servir de ellos á que las acompañen é guarden la casa en tanto que ellas van á los mercados é á se vender é á lo que se les antoja”. Women's lib?
“Comen los indios de estas islas muchos venados, é puercos, que los hay en grandísima cantidad, é maíz, é fesoles muchos é de diversas maneras, é muchos é buenos pescados, é también sapos”. Y agrega: “Ninguna cosa viva dejan de comer, por sucia que sea”.
Nada hay nuevo bajo el sol. Hoy, por ej., en Nerja y en otras ciudades que dan al mar Mediterráneo, las jóvenes se asolean con sus pechos desnudos, y ellas y los chavalos portan tanga que con dificultad cubren sus partes vergonzosas; en Madrid, algunas chicas venden servicios de escort y pocos tienen inconveniente en comer rana en un restaurante francés, la que consideran una delicatessen.
Además, con los problemas de endeudamiento público que enfrenta la economía de los Estados Unidos (Obamonics, QE2, o como quieran llamarlos), en el futuro quizá mejor será cobrar en especie (por ej., en semillas cacao) que en dólares.