Todos, sin importar cuán desubicados podamos ser, poseemos un sentido de orientación. Sin necesidad de un GPS, podemos diferenciar el aquí del allá, conocer la dirección en que nos dirigimos y establecer un un mapa mental del espacio en que nos desenvolvemos. ¿Cómo lo hacemos? ¿Es una brújula instalada, de forma innata, en el cerebro o se trata de un aprendizaje adquirido?
En busca de una respuesta a esas preguntas, un equipo de investigadores noruegos y británicos estudió cómo ratas desarrollan su sentido de orientación. Sus resultados, publicados en la revista Science , apuntan a que el cerebro trae ‘instalado’ un sistema de navegación neuronal.
Dicho sistema de navegación se encuentra en el hipocampo y está constituido por tres grupos de neuronas que maduran a diferente ritmo, pero que, al culminar la adolescencia de las ratas, está completamente desarrollado.
Para llegar a sus conclusiones, el equipo, liderado por Rosamund Lansgton, de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, implantó sensores en los cerebros de ratas recién nacidas para monitorear la actividad neuronal en el momento en que dejaran su nido por primera vez. Tras nacer, las ratas permanecen 15 días en el nido, inmóviles y con ojos cerrados.
Lo primero que notaron los científicos fue que las neuronas encargadas de determinar la dirección de la cabeza del animal; es decir, la dirección hacia la que se dirige y que funciona como una especie de brújula interna, están prácticamente maduras desde el nacimiento de la rata.
El segundo grupo de neuronas del sistema de navegación en completar la maduración es el que determina el lugar: le provee al animal la información del contexto, una forma de identificar –y hasta recordar– un sitio.
El tercer grupo de neuronas de navegación en completar su desarrollo es el que se encarga de hacer mapas mentales que le permite al cerebro determinar cuán lejos ha viajado, por ejemplo.
Al cumplir los 30 días de vida, en plena adolescencia, las ratitas tenían su sistema de navegación completamente maduro.
En cuanto a la eterna discusión de si machos y hembras poseen un sentido de orientación distinto, en el caso de las ratas, los científicos no encontraron diferencia alguna. Sus hallazgos señalan que ambos sexos poseen las mismas herramientas para construir sus mapas mentales y determinar su sentido de orientación, pero no descartan que la forma en que construimos dichos mapas pueda ser distinta.