Bibi Aisha está sonriendo. Como la niña que aún es, lanza una mirada curiosa a la cámara, mientras la comisura de sus labios comienza a levantarse en un gesto casi imperceptible.
Mas la suya no es una sonrisa de alegría, sino de valentía. Sobre la boca, muestra la triste huella del maltrato.
Siendo una adolescente, fue obligada a casarse como pago por el asesinato que cometió un primo de su padre. Durante años, su familia política la trató como una esclava, hasta que los golpes colmaron el vaso.
Antes de cumplir los 18 años, decidió escapar. No llegó muy lejos. Un comandante talibán dictó sentencia para que las jóvenes del pueblo supieran qué les esperaba si hacían lo mismo.
Cerca de la medianoche, la joven afgana fue llevada al claro de una montaña, en la provincia de Uruzgán. Un cuñado la sostenía, mientras su esposo blandía el cuchillo. Le amputó la nariz y las orejas, antes de dejarla moribunda sobre el pasto.
Voluntarios estadounidenses la rescataron de su agonía y la llevaron a un centro de mujeres maltradas, donde la sudafricana Jodi Bieber le hizo más que una simple fotografía.
Su rostro y su historia le dieron la vuelta al mundo en agosto pasado, como portada de la revista Time, y hace una semana el impactante retrato fue galardonado como la mejor foto del 2010, en la edición 54 del concurso World Press Photo. Bieber consiguió imponerse a 108.059 imágenes que optaron por uno de los galardones más prestigiosos del fotoperiodismo mundial.
“Estamos acostumbrados a ver mujeres en las portadas de las revistas, pero esta es diferente”, dijo la fotógrafa de 43 años.
Para quienes integraron el jurado del concurso, el rostro de Bibi Aisha es un ícono que refleja la situación de maltrato de muchas mujeres en el mundo.
Ella lo sabe, por eso aceptó que la retrataran. Aún viviendo escondida en un refugio en Afganistán, sabía que su cara se convertiría en un símbolo del precio que deben pagar las mujeres de su país por la ideología talibán.
Según datos de Naciones Unidas, ocho de cada diez mujeres afganas sufren violencia doméstica y un 60% de ellas son obligadas a casarse antes de los 18 años.
Pocas semanas después de la publicación, Aisha llegó a Estados Unidos para someterse a una reconstrucción facial pagada por la Fundación Grossman Burn. Hoy vive en California con una familia sustituta, lejos del sufrimiento pasado y mostrando al mundo su otra sonrisa.