Johnny Hoogerland of The Netherlands sprays himself with water as he climbs Izoard pass during the 18th stage of the Tour de France cycling race over 200.5 kilometers (124.6 miles) starting in Pinerolo, Italy, and finishing on Galibier pass, Alps region, France, Thursday July 21, 2011. (AP Photo/Laurent Cipriani) (Laurent Cipriani)
Postrados a la orilla de la calle, en la costa noroeste de Francia, cientos de aficionados esperaron, el sábado 2 de julio, el arranque de la edición 98 de la máxima fiesta del ciclismo mundial.
Desde esa fecha, 198 ciclistas tomaron parte en al menos una de las 21 etapas y recorrieron los 3.470 kilómetros de esfuerzo, emoción y adrenalina.
El “gran rizo”, como lo llaman, ha sido celebrado anualmente desde 1903, y solo fue interrumpido por las dos guerras mundiales, entre 1915 y 1918 y entre 1940 y 1946. Sus niveles de audiencia únicamente han sido superados por los mundiales de futbol y los Juegos Olímpicos.
Como es costumbre, las ruedas giraron primero en la ciudad costera de Vendee, pasó por el drama del Alpe d’Huez y recorrió a toda velocidad los pirineos de Luz Ardiden. Su dramático final se vivió esta mañana en los campos Elíseos de París.
Atrás quedaron seis fases de alta montaña, diez etapas de planicie, tres de media montaña, una contrarreloj por equipos y una contrarreloj individual, que hicieron crecer el interés comercial y deportivo en cada ciudad que fue surcada por el pelotón multicolor.
El ambiente de fiesta nacional se enriquece por esta época, en la que colegios y empresas privadas y de gobierno, gozan de sus vacaciones anuales.
Como resultado, más de 12 millones de aficionados se posan en las carreteras para ver, de forma gratuita, el paso de verdaderos personajes.
Entre ellos, ha habido quienes se han hecho visitantes asiduos y además visibles.
El diablo es uno de ellos. Desde hace 20 años, Didi Senft se ha caracterizado por disfrazarse del personaje cornudo para llamar la atención del público en medio de la competición.
Con su característica constancia, Senft se hizo presente en la edición de este año, donde se apareció en la sétima jornada. Otros, disfrazados de reptiles o de pulpos de color naranja, llevaron elementos alusivos a sus respectivas nacionalidades. Como ellos, muchos otros aficionados al ciclismo y a esta competición en particular, se encargan de que cada edición tenga más que sudor y vueltas de ruedas.
El humor y la creatividad popular también pisan la calzada en aras de hacer más entretenida la carrera. Aunque los ciclistas no tengan tiempo para detenerse a observar con detenimiento, las cámaras son las que se encargan de atrapar esa otra cara del famoso tour .