Hemos estado atravesando por tiempos difíciles: capacidad económica que cae, criminalidad que aumenta, caudal de los ríos que crece, montañas que se derrumban, carreteras que se parten, puentes que colapsan, gobernantes vecinos que se alocan, organismos internacionales que tiemblan' Imperativo es conservar la paz interior.
Uno de los hechos curiosos de nuestra humana fisiología, es que uno puede entrenarse para disociar. Por ejemplo, el cuerpo puede estar caliente y listo para la acción, la mente alerta pero sumida en profundo análisis, las emociones y el temperamento fríos y calmos, todo al mismo tiempo.
Lo interesante de este funcionamiento aparentemente paradójico es que depende, total y absolutamente, del control de la respiración.
Lo importante del entrenamiento de nuestra respiración es que este tipo de control no es algo que aparezca por generación espontánea, que se pueda improvisar, que brote como agua de manantial.
Hay que entrenarlo hasta que la disociación se convierta en un acto reflejo, tranquilo, seguro.
Pasamos tiempos difíciles y necesitamos evocar, y conservar, la calma interior.
Es necesario, por tanto, aprender a respirar.
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