Rachel Zanardi pide al camarero un plato de cordero con vegetales y arroz para Julyana, de 2 años, y otro de pollo para Davyd, de 8, que no son sus hijos, sino sus dos perros, a los que ha llevado al primer restaurante de alimentación natural para canes de Brasil.
“Los perros son como los niños o los ancianos: hay que tratarlos lo mejor posible”, afirma esta abogada de 49 años que vive en Copacabana, la zona más turística de Río de Janeiro, donde se acaba de abrir hace apenas 15 días este restaurante pionero.
Con 32 millones de perros, se considera que Brasil tiene la segunda mayor población canina del mundo después de Estados Unidos. La comida que aquí sirven no contiene conservantes ni colorantes, y sí sanísimos y naturalísimos omega 3 y 6, vitaminas y sales minerales.
“Las alergias de Davyd –un Yorkshire– mejoraron mucho desde que dejó de comer su ración empaquetada para tomar estos menús naturales. Prefiero gastar un poco más y tener un animal con buena salud”, dice.
A su lado, la teckel Julyana devora, en cuestión de segundos, la comida que le fue servida sobre una mesa baja, en un plato blanco con una decoración de huellitas de perro naranjas.
Pet Delicia: Cozinha com Amor (Mascota Delicia: cocina con amor), es el nombre del pequeño establecimiento que tiene un comedor terraza al exterior, cubierto de césped sintético, y que promete una mejor salud y una vida más larga para el amigo del hombre.
“Preferimos considerarlo un espacio para perros, más que un restaurante, porque estamos en un país donde mucha gente todavía pasa hambre”, explica Roberta Camara, quien abrió el local con su esposo sueco, Jörgen.
Camara, una investigadora en ciencias decidió cambiar radicalmente de profesión, y hoy aplica a las comidas caninas las “más estrictas” normas de agricultura. “Lo que servimos es mejor que cualquier comida hogareña, porque aquí todo es equilibrado y calculado por especialistas en nutrición animal”, explica.
Agrega la ventaja de que los menús naturales “son mucho más sabrosos que la comida industrializada para perros”. “En estas dos semanas hemos conseguido clientes que decidieron abandonar la ración industrializada”, se felicita Roberta, dueña de tres perros y quien también ofrece comida para llevar.