Cuando el Air Force 1 aterrice el viernes en Base 2 del aeropuerto Juan Santamaría, Barack Obama activará un contador de 22 horas dispuesto para su estadía en Costa Rica, con total precisión de detalles operativos y de seguridad.
Más de un millar de policías uniformados y los 180 agentes de la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS) estarán desplegados para intentar garantizar la seguridad de Obama, junto con oficiales de la Unidad Especial de Intervención (UEI) y los agentes estadounidenses que ya ayer merodeaban por el centro de San José.
Comenzará a desarrollarse un operativo de seguridad que, en palabras del viceministro de la Presidencia, Mauricio Boraschi, “es uno de los mayores en la historia de Costa Rica”, pues se junta la llegada del mandatario de la mayor potencia mundial con la presencia de otros seis presidentes de la región.
“Los hechos recientes en Estados Unidos nos ponen en alerta mayor”, declaró Boraschi, quien aseguró que la vigilancia será rigurosa en los cinco lugares previstos para su estadía en el país, pero también en las rutas intermedias.
La Casa Amarilla (sede de la reunión con Chinchilla), el Centro Nacional de Cultura (conferencia de prensa) y el Teatro Nacional (cita con presidentes de Centroamérica y cena) son los lugares previstos para el día viernes, además del hotel, en Belén o en Escazú, según el programa preliminar.
El sábado no aparecen actividades programadas, sino hasta las 11 a. m., cuando tendrá una actividades sobre negocios en la Antigua Aduana, de donde saldrá antes de las 12 porque a esta hora está programado el despegue de su avión de vuelta a Washington.
Atrás habrá quedado entonces el asueto en San José y otros seis cantones del país, los servicios públicos que dejarán de ofrecerse por la visita de Obama y eventuales manifestaciones que ayer varios grupos mantenían en sus planes.
Obama se habrá tomado también la foto con sus siete colegas de Centroamérica después de la reunión de menos de una hora.
El objetivo de las autoridades ticas es también poder decir que no hubo sorpresas negativas, ni siquiera bloqueos de calles (“Estamos listos para responder”, dijo Boraschi). Decir que nada rompió el plan para las 22 horas de Obama.