Colaboradora
¡Al tico le encanta bailar!, esta afirmación se confirmó ayer en la Plaza de la Cultura en San José centro, cuando cientos de personas se reunieron para celebrar elDía Internacional de la Danza.
A eso de las 11:20 a.m, inició la actividad promovida por la Asociación de trabajadores de la danza (ANATRADANZA), el espectáculo fue una presentación contínua de coreografías de grupos de baile.
El
De esta manera, cientos de personas se vieron seducidas por la música y no se resistieron a quedarse para observar el show.
El baile urbano representado por los jóvenes del grupo Signos Teatro Danza, arrancó los aplausos del público luego de su presentación de
Más gente llegaba a presenciar lo que fue una buena dosis de movimientos y de música al aire libre en una tarde que se confabuló con el clima, ya que el sol estuvo presente durante las tres horas que duró la actividad; los que llegaban se quedaban en las gradas o en las bancas de la plaza.
Al mediodía, se hizo presente el sabor costarricense con la Compañía Folclórica de la Universidad de Costa Rica, grupo formado por estudiantes de la institución, quienes llegaron vestidos como es costumbre, con ropa alegórica a la tradición guanacasteca, las mujeres con enaguas largas y llenas de vuelos y los hombres con sombreros, sandalias y pañuelos. Este grupo hizo una presentación de los bailes tradicionales de Costa Rica y tomó como música varias composiciones de artistas ticos.
De esta forma sonaron dos canciones del grupo Malpaís,
Entrada la tarde los sonidos tropicales tomaron la tarima y se apropiaron de la atención y de las ganas de bailar del público; muchos no soportaron la espinita de ansiedad que corre por las venas del tico y bailaron en la pista improvisada que se formó al pie de la tarima. Merengue, bolero, salsa y swing criollo fue lo que bailaron los muchachos integrantes de Magic Dancers quienes en su coreografía optaron por presentar el toque latino de la danza.
Los presentes siguieron paso a paso esta coreografía y muchos se mostraron impresionados ante la flexibilidad y la precisión de los movimientos realizados por el artista.
El intermedio de la actividad fue para el público, cuando terminó la primera parte del espectáculo, en los altavoces sonó música tropical y los integrantes de los grupos coreográficos se repartieron entre la gente para invitarlos a bailar.
Un círculo formado por los bailarines en el centro de la plaza encantó a muchos y los hizo bailar merengue. Niños, jóvenes, adultos, hombres y mujeres; no hubo distinción para el baile, incluso se formó un tren que pasó por entre quienes estaban un poco renuentes a bailar, pero no pudieron negarse a hacerlo cuando pasó a su lado “el vagón del ritmo”.
Luego de su presentación, el instructor Cristian Prado llamó a la tarima a los bailarines de la Compañía Yamborí y de Escencia Latina para que lo acompañaran a dar unas clases de swing a los presentes en la plaza.
Unos veinte bailarines sobre la tarima seguían las instrucciones de Prado, y frente a ellos otra veintena de personas los imitaban. Luego de varias horas bajo el fuerte sol, la gente no paraba de bailar, no había insinuación de cansancio o de sed ante la posiblidad de mover el cuerpo con las notas musicales de un ritmo que hace gozar a muchos.
La alegría y la emoción tomó los corazones y principalmente el cuerpo de quienes estaban cerca del Teatro Nacional, la cantidad de gente presente dio fe de este romance entre el baile y la música.
Durante tres horas, la Plaza de la Cultura se convirtió en una pista de baile al aire libre y fue pilar para que la danza en distintas expresiones se mostrara y sembrara en el público un poco del arte y de la cultura que tiene Costa Rica.