Grupo Camacho
Contador público
Es indiscutible que el país requiere de una reforma fiscal profunda, moderna y que tenga herramientas que permitan encontrar las manifestaciones de la riqueza, para lograr gravarlas. Esto se conoce, en términos técnicos, como justicia tributaria material.
Nótese que hemos indicado que la reforma que se requiere debe tratar de buscar las manifestaciones de riqueza y gravarlas con criterios de gradualidad, progresividad, equidad; lo que se necesita para tal fin es que, en efecto, haya riqueza.
En el complejo proceso de lograr una adecuada caja de equilibrios entre los fines recaudatorios y los medios de creación de riqueza, para poder someterla a imposición, no podemos “espantar”, las unidades generadoras de riqueza. El problema de gravar los dividendos de las empresas de zona franca no es el gravamen en sí; ni siquiera, como lo ha enfocado Hacienda, es un asunto relativo a la doble imposición, o peor aún, vinculado a temas de doble no tributación. Es más bien un asunto sobre cuáles factores consideran los inversionistas, locales o extranjeros, para decidir invertir a largo plazo en un país.
Estudios formales indican que el clima fiscal es un componente –no el único, por cierto–, pero que el factor determinante es la seguridad jurídica, que tiene que ver desde el ambiente de negocios que se promueve, hasta con la infalible prueba de la sostenibilidad de la oferta de términos y condiciones: esa es la clave para invertir en un país concreto.
Por tanto, el tema de gravar el régimen de zonas francas no se debe ver como una amenaza sectorial únicamente. Es una amenaza país; un agravio a su sistema de atracción de inversiones. No todas vienen a disfrutar del régimen, pero de manera indefectible sí evalúan la sostenibilidad de las reglas del juego.
Mandar señales de inseguridad jurídica al mundo es el impuesto más ineficiente que se puede crear, pues ahuyenta la riqueza y las fuentes que la producen, que son las que se pueden llegar a gravar en una reforma tributaria. La discusión versa sobre la competitividad país, que desmejora de manera importante la capacidad de ser atractivos a la inversión.