Undated and unlocated video grabbed on July 23, 2011 from a manifesto and a video attributed to Anders Behring Breivik, shows him aiming an assault rifle. Norwegian media on July 23, 2011 attributed a long and hate-filled YouTube video featuring tirades against Islam, Marxism and multiculturalism to the suspect in the massacre of 92 people in twin attacks. Oslo police could not immediately comment on whether suspect Anders Behring Breiving, 32, was behind the 12-minute video that alternates between praise for Medieval Crusaders and Islamophobic rants. The film, which was removed from YouTube late on July 23 for not conforming to the website's rules, shows Behring Breiving in three photographs, including one where he aims an assault rifle. AFP PHOTO / SCANPIX NORWAY NORWAY OUT (-)
El autor de la masacre de 77 personas en Noruega parecía un joven normal que no reveló señales de lo que maquinaba, ni siquiera meses antes de los atentados.
Vecinos, amigos y compañeros de estudios están estupefactos. Aquel Anders capaz de rematar de un tiro en la cabeza a jóvenes indefensos, resultó ser el mismo que departió con ellos en un barrio acomodado del oeste de Oslo; jugó en el colegio y asistió a las fiestas de generación.
Todo se lo tenía bien callado. Hasta ahora, se sabe que Anders Behring Breivik, de 32 años, disfrutaba de los videojuegos de guerra y de la caza, y su comportamiento rayaba en lo obsesivo cuando se trataba de mantener su figura y de estar bien presentado. Se dice que tomó esteroides para “hacer músculo”.
No es de mujeres. Solo se acostó con dos en Praga, según reveló en el manifiesto escrito de su puño y letra, que subió a Internet pocas horas antes de la matanza. A él más bien se le describe como un tipo calmado, bastante silencioso; hasta tímido si se quiere.
Hizo estudios en comercio y en administración, mientras crecía alejado de su padre, el economista y diplomático Jens Breivik, de 76 años; el mismo que la semana pasada renegó de él.
Su mamá era una enfermera. Poco se ha sabido de ella en estos días. Wenche Behring estaba muy orgullosa de su hijo.
Una de las mejores amigas de Wenche contó a la versión digital del
La exmadrastra declaró a la agencia de noticias AP que mantuvo el contacto con el joven después de haberse divorciado de su padre, cuando el chico era apenas un adolescente. Y de acuerdo con lo que describe, Anders no era el monstruo en el que se ha convertido hoy.
“Era solo un noruego ordinario, un muchachito de buen comportamiento. Realmente es difícil digerir que él lo haya hecho. Yo no vi ninguna señal de que fuera una persona como la que seguramente era”, dijo Oevermo, de 66 años. “Es impactante”.
Pero lo que Anders hizo y se dejó decir apenas cumplió su “misión”, desenmascara a un completo desconocido: “Breivik. Comandante. Integrado en el movimiento de resistencia anticomunista contra la islamización. La operación ha sido completada, quiero entregarme a Delta”.
Le bastaron tres segundos y una llamada a la comisaría de distrito de Buskerud Sur para informar de su misión, reveló el diario noruego
A Anders Behring Breivik se le retrata como un adolescente amante de la música
Quienes lo conocieron lo describen como un lector voraz de las obras de Adam Smith y Kant. Tenía perfil en Facebook y cuenta en Twitter.
Después de la matanza, tuvo la frialdad de declararse inocente de los cargos de terrorismo al afirmar “que actuó para salvar a Europa de lo que considera una colonización musulmana”.
“Él espera que esto sea el comienzo de una guerra que durará 60 años. Pero su mente está muy... bueno, no quiero comentar más sobre su mente, pero eso es lo que cree”, dijo Gair Lippestad, el abogado que Ander solicitó expresamente para su defensa.
Para llevar con éxito los ataques, tomó drogas para estar fuerte y despierto, reveló Lippestad. “No lo puedo describir. Él no es como ninguno de nosotros”, añadió. Ante la insistencia, el abogado lo describió como una persona “muy fría”, que “vive en una burbuja”, lo que le ha generado una “visión de la realidad rara y muy difícil de explicar”.
Su plan quedó en blanco y negro. A lo largo de varios años, según se sabe ahora, Anders escribió su forma de ver la vida y a los otros en un manifiesto de más de 1.500 páginas,
Era el “libro” que estaba planeando publicar, según le contó a su madrastra cuando con orgullo le dijo que trabajaba en un proyecto literario.
Lo que ahora se sabe es que el tal manifiesto está lleno de diatribas islamófonas y antimarxistas, reveló su abogado, a quien le tocó la tarea de leerlo completo para fundamentar la defensa.
Una nota de la agencia EFE describe así el documento: “Breivik se concibe como un guerrero , un cruzado o un caballero templario. En esta obra, Breivik practica un revisionismo histórico rabiosamente islamófobo, expone su plan de reconquista del Viejo Continente por parte de los auténticos europeos, y analiza con un detallismo enfermizo la actualidad política, como demuestra, por ejemplo, que cite en 92 ocasiones a España.
“La obstinación fanática es el signo de vida: aparte del monumental manifiesto y de la planificación durante años de los atentados, Breivik optó por la abstinencia sexual –porque (el sexo) desvía la atención– y por consumir esteroides anabolizantes de forma sistemática antes de los ataques, para generar músculo y azuzar su agresividad”.
Para él, las mujeres solo podían tener tres propósitos en la vida: “ser monja, convertirse en prostituta o casarse con un hombre y tener hijos”.
Quienes hasta ahora se han atrevido a analizar la
“Breivik debe ser un narcicista”, dijo Svenn Torgersen, psicólogo de una clínica en Oslo. Y agrega: “su narcicismo es único y no tiene precedentes en la historia criminal”.
De acuerdo con Torgersen, Breivik exhibe el clásico perfil de una personalidad patológica: frío emocionalmente y sin habilidades para establecer relaciones con otras personas.
Para el sociólogo alemán Klaus Theweleit –citado por la versión digital de
Lippestad aseguró que su defendido esperaba que ese atentado desencadenara “una revolución en Occidente”.
Esto explica la inmediata entrega del asesino a la Policía. También, la extraña solicitud de retransmitir su primera comparecencia judicial.
“Porque quería hablar, explicarse, sembrar la semilla del odio en el mayor número posible de gente”, dice el citado artículo.
Por supuesto, no lo dejaron. Hoy, está bajo vigilancia permanente y aislado en la prisión para que no se suicide y no lo ataquen otros prisioneros.
Si para Lippestad es complejo describir a su defendido, para quienes fueron amigos del victimario, todavía más.
“Anders Behring Breivik era amigo mío. Fue mi compañero de clase durante cuatro años. Fuimos juntos a la secundaria y a la primera parte de la universidad. Crecimos en el mismo barrio de Oslo”, relató a la BBC Peter Svaar, periodista de la radio noruega NRK y uno de los que cubrió los atentados.
“Yo lo veía casi todos los días durante esos años, fuimos juntos a excursiones escolares y, de vez en cuando, nos veíamos los fines de semana. Al principio, yo no podía creer que fuera cierto. ¿Fue realmente él el atacante rubio en Utoya, el hombre que acababa de matar a tanta gente, a tantos jóvenes?”, dice.
“El hombre que había jugado con ellos, diciéndoles que no se preocuparan, instándolos a acercarse, antes de dispararles a quemarropa, con una ametralladora. ¿Fue mi amigo, mi compañero de escuela quién lo hizo? Sí. Fue él”, agrega.
“No sé lo que llevó a Anders a hacer eso. Pero, lamentablemente, no creo que esté loco. El Anders que yo conocía no era un monstruo. Y como dice el refrán, no era una isla. Era un producto de nuestra sociedad. Era uno de nosotros”.
Michael Tomala, quien lo tuvo de compañero de clase, manifestó a la AP que Anders, muchas veces, intervenía en conflictos. “Él normalmente detenía las peleas y decía: ‘mira, déjalo solo, él no ha hecho nada’”.
Su madrina de confirma, la chilena Amelia Grechi Araya, ahora se autodenomina “la madrina del diablo”.
Entrevistada por el diario chileno
Anders le dedica espacio a su madrina en el manifiesto. Dice: “No soy ni nunca he sido un racista. Mi madrina, Amelia, y su marido llegaron a Noruega como refugiados políticos desde Chile” , escribió el joven.
Amelia Grechi cuenta que el joven era entonces “un niño más que jugaba en el jardín”.
“De él y su familia no tengo noticias desde hace 15 años, cuando se fueron del condominio. Desconozco todo acerca de su juventud y menos idea tengo de quiénes podían ser sus amistades”, asegura, como queriendo deshacerse de una sombra para nada placentera.
Alejado de sus padres biológicos, Breivik se dedicó a montar compañías agrícolas.
“No quiero hablar más de mi hijo, es un terrorista”, afirmó Jens Breivik, de 76 años, y ahora radicado en Francia.
“Las palabras nunca podrán describir lo que siento hoy, seguramente mañana y también pasado”, dijo el exdiplomático que, según