“La conocida actriz de cine norteamericano Elizabeth Taylor, atacada de neumonía, fue operada urgentemente esta noche en la London Clinic, donde ingresó en las últimas horas de la tarde, después de haber pasado la mayor parte del día bajo una tienda de oxígeno, en su apartamento en el hotel Dorchester”.
El cable de la agencia AFP, fechado 4 de marzo de 1961, conmocionó al mundo. Liz Taylor, la diva de los ojos violeta, estaba al borde la muerte. El boletín, después de la traqueotomía realizada por los doctores Lord Evans, Goldman y Ratner, aseguraba que su estado era grave.
El estafilococo, un bacilo corriente “al que numerosos antibióticos combaten positivamente”, era el responsable de la urgencia sufrida por la actriz de 29 años, y la obligó a estar hospitalizada en una clínica británica durante casi todo aquel marzo gris.
Medio siglo después, paradójicamente en el mismo mes, una insuficiencia cardíaca congestiva acabó, el miércoles pasado, con la vida de la legendaria estrella del cine, que tuvo una larga trayectoria en la gran pantalla, y una tumultuosa vida personal.
Taylor falleció en el Centro Médico Cedars-Sinai de Los Ángeles, donde había estado internada seis semanas. A diferencia de aquel marzo de 1961, esta vez no pudo escapar de la muerte.
A medio filmar
El trágico incidente en la salud de Taylor ocurrió cuando se encontraba en Londres con su entonces esposo, el cantante Eddie Fischer, para participar en la filmación de la película Cleopatra , uno de sus papeles más recordados.
Eso motivó a que, unos días después de conocer su enfermedad, tres docenas de actores y actrices, 250 técnicos y 1.500 extras, que participaban en la millonaria filmación, se unieran para rezar por su salud.
Durante esas semanas, las agencias de noticias informaron de que a Taylor le había sido colocado un tubo en la tráquea para facilitar la respiración y que los médicos le habían dado solo una hora de vida antes de conducirla apresuradamente a la clínica.
“El aparato destinado a mantener el sistema respiratorio de Elizabeth Taylor es un pulmón electrónico. Fue ideado en 1959 y se trata del primer pulmón electrónico del mundo... no solo alimenta los pulmones con oxígeno sino que sostiene el esfuerzo muscular necesario para la respiración”, afirmaba la agencia AFP desde la capital británica.
En cartelera
En Costa Rica, los diarios de entonces publicaban, día a día, cuanta noticia surgía sobre la salud de la actriz. “Elizabeth Taylor muy grave”, “Liz Taylor no ha sufrido recaída alguna”, “Liz Taylor experimentando leve mejoría en su lucha por la vida”...
“Se dijo que la actriz cinematográfica Elizabeth Taylor, con la ayuda de un pulmón electrónico, va ganando terreno en su lucha contra la neumonía”, alentaba un despacho de la agencia UPI.
La expectativa por su salud se alimentaba desde la pantalla grande. Por aquellos días, una película de Taylor era exhibida en la cartelera costarricense. En los anuncios, los cines California, Variedades y Palace, entre otros, promocionaban su más reciente filme: De repente en verano.
Para atraer audiencia, a la imagen de la joven en traje de baño le agregaban sugestivos títulos: “ Liz Taylor, la enferma, está aquí”, “la estrella enferma en su último, extraño y alucinante drama sexual”, y “ Liz Taylor está aquí... La dulce y suave estrella que estuvo al borde de la muerte...”. A finales de ese marzo, la película era un éxito de taquilla. Lo divertido es que, en esas mismas ediciones del periódico, aparecían las primeras fotos de la actriz tras superar la enfermedad.
Taylor dejó la clínica a principios de abril de 1961 y hasta tuvo fuerzas para ir a la ceremonia de los Óscar con una venda en la cicatriz, para recibir la estatuilla por su actuación en Butterfield 8.
La joven subió con dificultad al escenario y, en medio de una cerrada ovación, dijo: “Realmente no sé cómo expresarles mi gratitud. Supongo que simplemente tendré que agradecerles con todo el corazón”. Fue uno de los momentos más dramáticos en la historia de los Óscar, la prueba contundente de aquel mes de marzo en que Liz Taylor escapó de la muerte.