Alrededor de 300.000 animales silvestres viven en cautiverio en las viviendas de los costarricenses en lugar de disfrutar de los bosques a los cuales pertenecen, según cálculos del Sistema Nacional de Áreas de Conservación presentados ayer.
Las especies más apetecidas son las loras y los pericos. Su tenencia es notablemente mayor en el Valle Central en comparación con zonas como Guanacaste, Puntarenas y Limón.
La información fue suministrada por Jorge Hernández, coordinador de Vida Silvestre del Área de Conservación Cordillera Volcánica Central (ACCVC), durante el “Conversatorio sobre el estado de poblaciones de especies silvestres marinas, terrestres y agua dulce”, cuya primera sesión se desarrolló este lunes.
Hernández explicó que en los últimos años no se ha desarrollado una investigación formal sobre este tema.
“Lo más cercano es una encuesta realizada en 1999 que indicó que en el 23,5% de los hogares costarricenses existía al menos un animal silvestre en cautiverio, lo cual quería decir que en ese momento eran al menos 250.000 animales”, dijo Hernández.
Para dar la cifra actual de 300.000, Hernández toma como base esa encuesta, el aumento en la cantidad de hogares ticos y lo que considera una disminución en el tráfico de animales.
La disminución en la compra y venta de los animales silvestres en el país en los últimos años se debe, entre otras causas, a una mayor conciencia por parte de los costarricenses en el sentido de que los animales silvestres no son mascotas domésticas y también a más controles durante las épocas en que más se trafica con ellos, como Semana Santa y final de año.
Hernández recordó que, desde hace un año, tener o comerciar con animales silvestres se puede castigar con multas o incluso prisión.
Según el artículo 110 de la Ley 8689, que reformó la Ley de Conservación de la Vida Silvestre (7317), “será sancionado con multa de dos a cuatro salarios base (que está aproximadamente en ¢300.000), quien tenga en cautiverio, sin autorización del Sistema Nacional de Áreas de Conservación, animales silvestres en peligro de extinción o con poblaciones reducidas.
Asimismo, se penará con multa “de un 50% de un salario base a dos salarios base cuando se trate de animales silvestres que no se encuentran en peligro de extinción ni con poblaciones reducidas”.
“Es una contravención. No queremos que la gente piense que la vamos a perseguir por tener una lora”, dijo, por su parte, Joaquín Calvo, encargado de Vida Silvestre del ACCVC.
Para Hernández, lo mejor que puede hacer alguien que ya tiene una lora o un perico es mantenerlo en las mejores condiciones posibles; es decir, con suficiente espacio, alimentación adecuada y atención veterinaria.
“La verdad es que no estamos en capacidad de recibir 300.000 animales, ni siquiera 500 loras. No estamos pidiendo que entreguen estos animales, pedimos que nadie los reponga una vez que mueran y que, mientras vivan, estén en las condiciones adecuadas”, explicó n Hernández.
El funcionario aclaró que en caso de que compruebe comercio o de que se encuentren un animal silvestre siendo trasladado por una vía pública, sí será confiscado y se aplicarán las multas.