En el filme de Ingmar Bergman (1918-2007) El séptimo sello , el personaje principal, Antonius Block, un caballero cruzado en la Europa medieval acosada por la peste, mira el beso de dos despreocupados jóvenes y exclama: “Si todo es imperfecto en este mundo, el amor es perfección en la imperfección”.
No fue capricho de Bergman declarar semejante cosa. El amor, como “sentido de la vida”, nos hace pensar en su epítome teatral: ¡Romeo y Julieta! Sí, pero ¿de cuál autor?
Romeo y Julieta (1597) no nació de la vigilia del Cisne de Avón; fue “bebido” de la novella italiana: los enamorados de Verona eran ya parte de esos personajes vagabundos en la imaginación europea, como Fausto y don Juan, sobre quienes escribirían respectivamente Goe-the y Lope de Vega.
La trágica historica de Romeo y Julieta de Arthur Brooke (1562) y reescrita en prosa en El palacio de placer por William Painter (1582), fue el cimiento de la obra de Shakespeare que, junto con Hamlet , “es la más representada, dentro del repertorio del autor más representado en la actualidad” (Gibbons, 1980).
La leyenda de los ‘amantes suicidas’ encuentra referentes hasta el mundo clásico: la historia de Pyramus y Thisbe, de las Metamorfosis de Ovidio (43 a. C.-17 d. C.), contiene temas paralelos. Habrócomes y Antía, de Jenofonte de Éfeso, escrita entre el siglo II o el III a. C., es la fuente más vieja de la trama. Más tarde, Dante Alighieri (1265-1321) menciona hasta los nombres Montague y Capuleto en el “Purgatorio” de su Commedia (libro VI).
Empero, Romeo y Julieta , de Shakespeare, tendrá más influencia que cualesquiera de sus antecesores: fue estudiada por psicoanalistas, movimientos feministas y hasta la teoría queer (gay). Ha dado origen a 24 óperas (por lo menos) y a notables sinfonías, como la de Berlioz; a la Obertura-Fantasía de Chaikóvsky, y a un ballet de Prokófiev. En el cine se recuerda la versión de Franco Zeffirelli y se sabe de una cinta muda de Georges Méliès, ya desaparecida.
Tal éxito de la tragedia se explica por la preocupación que suscitan los ejes del argumento: nos guste o no, el amor y la muerte serán siempre elementos esenciales de la condición humana.
Esteban Córdoba Arroyo
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