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Los conocedores del idioma afirman que los nombres y los apellidos que toman denominaciones de flores, plantas, árboles y animales, demuestran un origen judío sefardita. Carmen Naranjo quizás provenga de algunos de aquellos que hubieron de salir, por mandato de los reyes Católicos, en exilio a los países del Mediterráneo y aun a América, en busca de nuevos horizontes.
Don Sebastián, padre de Carmen, vino de las islas Canarias. ¿Podría también haber algo de sefardita en esa familia que dichosamente plantó su simiente en Costa Rica?
Su mismo nombre nos remite a los rincones líricos de Asia. El nombre “Carmen” proviene del árabe y significa “casa con huerto o jardín”; su apellido, “Naranjo”, árbol originario de Asia, fue importado a España por los árabes y ambos vocablos, “nárang” y “narang”, aparecen en los diccionarios árabes y persas.
En Poesía escogida , algunos poemas son inéditos; otros, publicados en revistas o periódicos, y algunos, incluso, en poemarios editados en el extranjero o en libros que circularon poco en nuestro país.
Esos poemas tienen gran valor histórico y sentimental y son muy válidos dentro de los momentos que vive nuestra América.
De su libro Canción de la ternura se han escogido hermosos ejemplos de su quehacer lírico.
Por esta antología transitan también figuras entrañables de su libro En esta tierra redonda y plana , y aparecen el eximio nicaragüense Rubén Darío, la poetisa hondureña Clementina Suárez, María Kautz (compañera del gran poeta nicaragüense José Coronel Urtecho) y la inefable artista costarricense Dinorah Bolandi.
También está su autorretrato, que pinta despiadadamente lo que Carmen siente y piensa de sí misma.
Más adelante viene “Compañeros”, respuesta que dio en 1976 a los empleados de la cultura que desfilaron hacia la Casa Presidencial solicitando a don Daniel Oduber rechazar la renuncia que Carmen, entonces Ministra de Cultura, había presentado.
Su canto a los gitanos es una plegaria de amor a los errantes, maestros del engaño y la adulación, esos seres sin fronteras.
Carmen cabalga, briosa, sobre la poesía de García Lorca (“La casada infiel”) para darnos “La dulce violencia”, en un juego moderno de abandonos y miradas amorosas.
La poetisa rememora ternuras y evoca la seda de las caritas infantiles en “Un hombre, una mujer y un niño”. La musicalidad de esta poesía y la belleza de sus palabras trasuntan un dejo de hermandad.
Su poema geográfico y sentimental “América” es siempre actual pues no estamos exentos de tropiezos, y la esperanza fallida o el huracán de codicia vuelven a encender en sangre y en dolor a la pobre América, tan bella y tan radiante, pero tan expuesta a injusticias.
Carmen Naranjo nos habla de América, pero también de sí misma. Ella se encuentra en el vértice de esta tierra fecunda y a veces hostil, pero a la vez amante' América, donde el Sol sale para todos. Carmen se conduele también de nuestros vecinos, los que sufren la presencia de armas y botas militares que huellan las flores y los corazones.
La ternura de Carmen Naranjo se refleja en los dos poemas que cierran esta antología y que provienen de ese libro precioso titulado Hacia tu isla , publicado en 1966, que recoge el sentir de una mujer que mira hacia el pasado y enarbola la presea que sus progenitores le pasaron.
Con la literatura como un árbol de naranjo plantado en su interior, Carmen nació en 1928. A partir de la década de los años 50, junto con otros escritores, ella aparece con ensayos analíticos acerca del costarricense.
Ha escrito cuentos, novelas, teatro y poesía, y ha recibido numerosos premios y distinciones en Costa Rica y en el exterior. Es Premio Nacional de Cultura Magón. Carmen Naranjo reside en Olo, una finca en Tambor de Alajuela, con sus fieles compañeras Gracia y Belleza , donde disfruta del clima, de los atardeceres, del afecto de amistades y familiares que la visitan, y continúa dando su aporte intelectual en la conducción de talleres literarios privados.