La diplomacia militar puso en su lugar, al menos por ahora, al joven dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un.
Con John Kerry por un lado, y con portaaviones y ejercicios militares por otro, Estados Unidos, China y Corea del Sur “tranquilizaron” a Norcorea en su intención de lanzar un ataque con misiles. Ya esta semana, los dos Musadan que estaban en la plataforma de disparo fueron retirados. La inminencia de que se desatara una guerra nuclear quedó en suspenso.
¿Por qué Kim Jong-un ha desistido? Evidentemente, la diplomacia militar lo “convenció”, a la fuerza, de evitar esa locura (le torcieron el brazo).
Su tono bélico cambió tras el viaje que hizo el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, a Seúl, Tokio y Pekín. Pero el mayor viraje quedó a la vista luego de la escala en China, el sábado 13 de abril, donde Kerry se reunió con el canciller Wang Yi y el presidente Xi Jinping.
En ese momento faltaban horas para el lunes 15 de abril, pronosticado como el día en que se lanzaría uno de los misiles. Dichosamente, no ocurrió.
Y, con el paso de los días, la amenaza se vino abajo gracias, sobre todo, a la voz de China.
Ese país es el único aliado importante de Pionyang y su abastecedor clave de ayuda y comercio. Xi, sin duda, es el gobernante foráneo con más influencia sobre el gobierno de Kim y, esta vez, “indujo” a su vecino a la cordura. Así, el niñito de 30 años de edad que se estrenó como dictador en diciembre del 2011, supo que no puede hacer juegos de guerra cuando quiera. De hecho, se menciona que esta pataleta la hizo para afianzarse ante un ala del Ejército que no le respeta por advenedizo.
Lo único que Kim ganó fue fama, porque el mundo supo de él, pero también de su limitado (pero peligroso) poder militar.
Kim ha quedado como un “hablador” (dichosamente no pasó a más) y en ese sentido resultó perdedor. Pero, a quien más hizo perder con esta crisis fue a su pueblo. Hoy, 53.000 norcoreanos de ese pobrísimo país ya no tienen empleo en el complejo industrial de Kaesong, operado por surcoreanos en territorio norcoreano. La crisis obligó a cerrar las 123 fábricas y la reapertura es posible, pero llevará mucha negociación.
Y la negociación –sobre todo con ayuda de China– también seguirá siendo primordial para evitar que este gobernante, dessesquilibrado, vuelva a poner al mundo al borde de una guerra.