Cuando alguno de estos artistas titubea y calla al explicar los motivos de su obra, cualquiera de sus dos compañeros lo socorre y aclara lo que su amigo ha intentado manifestar. Esta intuición que los tres comparten quizá se deba a que parecen pintar con la misma brocha: el apetito por quebrantar reglas.
Emanuel Rodríguez (1986), Yang Shih Chang (1983) y Rodolfo Vicente (1983) son tres estudiantes avanzados cuyas obras conforman la exposición
El montaje reúne ocho trabajos inéditos, la mayoría en gran formato, creados por los artistas en el curso Taller de Pintura VI, uno de los últimos de la carrera de Artes Plásticas. Las obras de los demás estudiantes se expondrán en marzo del próximo año.
Rodolfo Rojas Rocha es el curador de la exhibición; él explica que las obras de los tres jóvenes está en consonancia con los tiempos de hipermodernidad, nuevo concepto que suplantó al posmoderno.
La idea de
Si Gilles Lipovetsky también paseara por la Galería de Bellas Artes y contemplase las obras expuestas, asentiría satisfecho al descubrir confirmaciones de sus tesis: autorretratos y crítica social son concurrentes para el individualismo comprometido.
El artista ha impregnado de un mensaje ecologista sus dos principales piezas:
Sin embargo, en
La mascarilla se conecta a un tanque de oxígeno, ornamentado con flores. “La utilización del tanque será tan común que formará parte de la indumentaria de las personas; todos querrán que su tanque tenga un aspecto agradable”, presagia el artista.
Este artista también expone
“Podría decirse que mi propuesta general se basa en transgredir discursos que lo condicionan a uno. Trato de ser como el chiquito que despedaza sus juguetes viejos”, explica Emanuel.
Rodríguez tiene un cuaderno con alrededor de cien frases que ha extraído de diversos libros. Utiliza esas máximas para nombrar sus obras.
“Pobres fragmentos de un hombre y de un yo” es la frase de
En los cuadros de Emanuel Rodríguez son recurrentes los fondos lisos, pedestales sobre los que la figura humana adquiere mayor vehemencia. “Me gusta resaltar los rasgos humanos porque siento que así es más fácil para el espectador captar los mensajes”, explica.
Para titular su obra predilecta de la exposición, Rodríguez utilizó otra sentencia de Nietzsche: “Más antiguo que el placer del individuo es el placer del rebaño”.
En el cuadro, el artista santifica a tres jóvenes que nada tienen que ver con la pureza. El del centro es el propio Emanuel, quien solo viste medias y zapatos y está sentado en un inodoro.
Según el artista, con ese trabajo quiere estremecer –susurros de Zaratustra– las concepciones morales que lo formaron desde pequeño. Lo que su nombre nos adelanta, él lo confirma: procede de una familia religiosa (en hebreo, ‘Emanuel’ significa “Dios está con nosotros”).
Este cuadro es la culminación de varios ejercicios técnicos que el artista ha realizado con tal de perfeccionar el uso de manchas como formadoras de figuras: el espectador no sabe si la obra está acabada.
En los dos trabajos que exhibe, Vicente acude a técnicas poco utilizadas y crea una simbiosis entre lo simple y lo complejo.
En
El cuadro
Sin embargo, el pulpo de Rodolfo Vicente atrapó retratos de provocativas mujeres creados por el pintor estadounidense Gil Elvgren (1914-1980).
Con ese cuadro, Vicente afirma su técnica de
La muestra de estos tres rebeldes con causa se extenderá hasta mediados de diciembre.