A los ochenta y siete años

EscucharEscuchar

Como la vejez no aparece de un día para otro, sino que va apareciendo, casi no nos damos cuenta del transcurso del tiempo. Llegamos a una edad que nos torna dubitativos: si continuar subiendo o devolvernos. Pero algo es cierto, si proseguimos hasta la cima, podemos contemplar un panorama antes inapreciable, de mayor luz, sentido y amplitud. Además, allí podemos recapitular, pensar en el camino recorrido, y si te enteras de que no has vivido en balde, puedes gritar orgullosamente hacia los espacios abiertos que has aprovechado la vida y que nunca morirás.








En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.