Vestirse con Ortiz

EscucharEscuchar

El experimento de forzar un bipartidismo estable ya se hizo antes, bajo la inspiración de don Luis Alberto Monge. Aparentemente comenzó bien, pero pronto mostró sus debilidades y al final el resultado fue una forma sui géneris, más bien perversa, de partido único con varias cabezas. Al hundirse por su propio lastre, tal fórmula dio origen a una taratogénica serie de endebles partiditos cada vez más raros, ineficaces y desfachatados, para no mencionar la corrupción de algunos. Y como para confirmar que la memoria del tico es corta, ha resurgido, bajo la consigna de “hay que derrotar a...”, y como supuesta panacea para todos los males que sufre el país, la propuesta de volver al “bipartidismo equilibrador” mediante la convergencia, en una misma ensalada, de todas las frutas -incluidas las obviamente podridas- de la “oposición”.








En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.