El coreógrafo Luis Lara Malvacías, maestro invitado a impartir un taller a bailarines de Danza Universitaria, Danza Abierta, la Universidad Nacional y del sector independiente, instó a los artistas ticos a no solo trabajar en sus cuerpos, sino también en su mente y espíritu.
Lara es uno de esos artistas que demuestran a diario que sí se puede vivir del arte.
Siendo muy joven, este maestro se fue a la ciudad de Nueva York para estudiar y, desde entonces, ha viajado por el mundo para trabajar con artistas de la talla de Yoshiko Chuma, directora de los premios Bessie (los Óscar de la Danza) y John Jasperse.
Como maestro, ha sido invitado a compañías como la Sasha Waltz & Guests (Alemania) y el Centre National de la Danse (Francia).
A su paso por el país,
Básicamente, mi interés se basa en el uso de las técnicas somáticas, que son técnicas que te forman desde el funcionamiento del cuerpo, para luego aplicarlo a la hora de bailar. Usando esas técnicas somáticas, podemos hacer del cuerpo una herramienta eficiente para nuestro trabajo, evitando lo más que podamos las lesiones.
Muy bien, la energía de los costarricenses es increíble; su condición física es excelente, al igual que su uso del espacio y su hambre por moverse. Los artistas que están participando en este taller están muy conectados con su cuerpo, eso me parece excelente, porque aunque me interesan las ideas filosóficas e intelectuales en torno a la danza, también me interesa la idea de que un bailarín pueda comunicarse a partir de su cuerpo.
Es importante que los bailarines entiendan quiénes son en el mundo. Es importante que respeten su cuerpo, que trabajen con conciencia; que cada movimiento no tenga una forma vacía, porque por mucho tiempo los bailarines solo eran considerados gente bonita, pero los bailarines somos gente pensante, personas con mucho cuestionamiento de lo que pasa en el mundo.
Desde que tenía cuatro años adoraba la danza y las artes; cuando era un niño me lanzaba a los salones de baile. Desde ahí comenzó el amor por moverme, pero siendo hombre están todos esos estereotipos que te dicen de que uno no debe hacer danza; entonces, comencé a buscar una carrera que satisfacía al resto del mundo pero no a mí.
”Un día hice una apertura profunda y radical en mi vida: decidí estudiar Artes Visuales y, posteriormente, decidí por la Danza. Toda esta información me ha ayudado para combinar en este mundo, donde la danza no se separa del teatro, ni el teatro de las nuevas tecnologías, ni estas de las artes circenses; de hecho, tengo una maestría en Nuevos Medios para darle siempre a la danza un enfoque diferente”.
¡Es posible! Sin embargo, soy más artista que ingeniero. No veo que exista una demarcación entre científicos en los artistas, de hecho tenemos procesos parecidos.
Fue relativamente difícil, pero debo ser honesto. Yo tuve la suerte de tener una beca de dos años y de viajar a Nueva York. Eso me sostenía y me ayudó a que la decisión no fuera difícil.
Es difícil, pero se puede vivir del arte. Uno debe estar enfocado en lo que se quiere ser, pero es un trabajo arduo, tienes que crearte un fundamento, creer en ti mismo, porque aunque hay apoyo de los gobiernos, siempre hay más gente haciendo arte que la cantidad de dinero que cualquier gobierno pueda dar.
Trabajar duro y creer en lo que haces. Cuando las cosas llegan de forma sencilla no hay un fundamento para seguir peleando por lo que quieres, pero cuando nos cuesta se valoran mucho más.
”Trabajar duro no significa quedar exhausto, sino leer, ver el trabajo de otros, buscar en Internet. Como latinoamericanos tenemos que valorar lo que hacemos, no ver tanto hacia afuera, porque tenemos mucho qué decir. El viajar es bueno, pero no es indispensable”.