La CCSS ha retomado el control de los hospitales por mala gestión. En 12 años la estrategia de la autonomía no bajó las listas de espera ni optimizó los procesos. Por ello, la Junta Directiva acordó quitarles la condición de “desconcentrados” a 18 clínicas y 16 hospitales en todo el país'
Entre estos se encuentran los hospitales San Juan de Dios, Calderón Guardia, México y Nacional de Niños, que, de ahora en adelante, serán regidos por un director médico y desde las gerencias de la institución central. Según un informe ad hoc, “la desconcentración no produjo impacto en la gestión y calidad de servicios a los usuarios, lo que era parte esencial de su razón de ser”. Este cambio se adoptó en 34 clínicas y hospitales hace algunos meses. La desconcentración tuvo origen en la Ley No. 7852 del año 2000, y en 12 años mostró un retroceso o ningún avance. Sus directores médicos recibían un plus entre un 35% y un 50%. A julio del año pasado se habían documentado 652.000 asegurados en la listas de espera. El fracaso, pues, ha sido evidente en “el manejo presupuestario, en la contratación administrativa, la conducción y la organización de los recursos totales”, deficiencias comunes a la mayoría de los centros hospitalarios.
Cuando, como se dijo en la síntesis anterior, se palpan las fallas hospitalarias en estos 12 años, no se crea que son las únicas, pues, cuando se ahonda en cada informe, individualizado, la sorpresa es mayor; de aquí surgen numerosas preguntas que no tienen respuesta racional, pues resulta incomprensible que, en 12 años de autonomía hospitalaria, por ley, hasta el sentido común y los errores más elementales de gestión no se hayan detectado y, mucho menos, corregido.
¿Qué ha pasado en el sistema hospitalario del país en estos años, tomando en cuenta no los 12 años de autonomía, a que nos hemos referido, sino un poco más, desde que se reveló la gran crisis financiera, el año antepasado, que a todos nos abrió los ojos? Así, si unimos la gran crisis financiera, el fracaso del proceso de autonomía y los reiterados escándalos de gestión que, poco a poco, han ocupado la atención del país, llegamos a la conclusión de que, si bien se está haciendo un esfuerzo meritorio para salvar la CCSS, apenas estamos comenzando. No basta salvar esta institución sagrada, sino poner bases firmes, en todo orden, para que este sunami no se repita.
Y solo se evitará su repetición si los responsables y culpables, por acción y por omisión, de este desastre técnico y ético salen de sus madrigueras y dan cuenta de su fracaso. Este dato golpea la conciencia nacional. ¿Cómo es posible que esto quede impune? ¿Cómo es posible que, por muchos años, se haya actuado con tanto desparpajo?