Que los manes de Cantinflas nos protejan, mas lo cierto es que el tema de los salarios en el sector público en Costa Rica es de tal entidad y ha llegado a tal grado de confusión, en beneficio de sus principales explotadores, que la razón y la palabra con sentido ya no pueden más.
¿Cómo puede sostenerse un sistema construido sobre la injusticia y la desigualdad, y mantenido en la falsedad? En efecto, ¿cuál fue la respuesta de los dirigentes gremiales poderosos a la propuesta del Gobierno de reformar el sistema salarial en el sector público para erradicar la injusticia? La respuesta fue la ofensa y la mentira: la eliminación de la cesantía, de los pluses salariales, de las convenciones colectivas, de las anualidades o la nivelación de los salarios para que todos los funcionarios del sector público ganen lo mismo. Mentira de toda mentira. La propuesta del Gobierno solo tiene como propósito la promoción de un sistema salarial justo para combatir un sistema sindical explotador, injusto y asfixiante.
Las razones aportadas por el Gobierno se fundan en la verdad. Según informes de la Contraloría General de la República, “existen diferencias hasta del 614% en remune- raciones para funcionarios con puestos similares”. Un jefe de Unidad gana cerca de 3 millones de colones, pero, otro, con iguales tareas y trayectoria, apenas gana un poco más de 800. 000 colones. Un gerente de Área recibe 4 millones y medio por mes, mientras otro, en iguales condiciones, percibe 900.000 colones por mes. Estos son apenas unos ejemplos. Anualidades: para unos equivalen al 1,94%, para otros, por ese mismo concepto, al 5,5%.
Evaluación del desempeño laboral. El 76,5% de estas evaluaciones, según la Contraloría, son ineficaces y solo 13 de 160. 000 funcionarios “obtuvieron calificaciones negativas”. ¡Monumental ridículo y desfachatez, fundados en el amiguismo y el temor, pues bien se sabe que el tico, complaciente por antonomasia, no puede decir que no!
Estos son los hechos. No es necesario ahondar en estudios prolijos. Basta conocer y vivir los principios éticos esenciales, vigentes en la conciencia moral de toda persona. Su incumplimiento y, peor aún, el cinismo que recubre estas conductas revelan que en el país una clase salarial y política ha montado, desde hace mucho tiempo, en el sector público, un sistema fundado en la corrupción, el cinismo y el miedo.
Si el Gobierno actual ha tenido el valor moral y político de plantear el problema, debe hacer un esfuerzo descomunal para cumplir, a sabiendas de que no hallará aliados, sino la más feroz oposición sindical, que con el solo anuncio de esta reforma salarial ya comenzó.