El grupo independiente de teatro Abya Yala celebró veinte años de trabajo. Sus fundadores, Roxana Ávila y David Korish, empezaron en los años 90, cuando Costa Rica sufría las duras consecuencias del modelo neoliberal que repercutió de forma drástica en un país hasta hacía poco acostumbrado a subvenciones estatales para su vida cultural.
Esa no era, por mucho, la única dificultad que Abya Yala debía afrontar: nació en tiempos en los que ya se había puesto en duda la vigencia del drama y del teatro en general. La primera razón de alarma había sido el cine, y luego la televisión, por haberle arrebatado al teatro su monopolio como oferente de drama.
Luego, a partir de los años 80, se temió su muerte por el alcance masivo de computadoras personales y aparatos de alta tecnología (el invento del videocasete y el disco compacto), que hacían cada vez más cómodo y accesible el consumo de obras filmadas y menos necesaria la asistencia a salas de cine y teatro.
Otros factores no menos importantes también han sido parte de sus retos, tales como la comercialización del teatro, la forma de medir su éxito por cuentas de taquilla, las dificultades de generar presupuesto para montajes y publicidad, las maneras cada vez más homogeneizantes de producción cultural y el desafío de hallar formas, acordes con los tiempos, de hacer un teatro que no perdiera contenido político.
Búsquedas y montajes. Hacer un recorrido por estos veinte años resulta útil para la reflexión sobre el teatro en general en tanto el trabajo de Abya Yala sirve como muestra de procesos que el teatro ha vivido desde la segunda mitad del siglo XX, intensificados en sus últimas décadas. Una primera característica es que no todos los espectáculos de Abya Yala han sido pensados para salas de formato normal.
Ejemplo de ello es la experiencia hecha durante una gira por los siete países de Centroamérica en el año 2000, que consistió en intercambios de teatralidades entre Abya Yala y grupos comunitarios encontrados en el camino, así como en talleres para actores.
Otro ejemplo será la pieza llamada Balagán, que, con el apoyo de Iberescena, se estrenará este viernes 11 (el 11 del 11 del 11) en la plaza de la Cultura de San José.
Lo anterior ilustra desplazamientos propios de su tiempo: el desapego de los espacios tradicionalmente diseñados para el teatro, como únicos posibles, en favor del regreso a espacios públicos (calles, gimnasios, plazas), a la vez que se rompe cada vez más la distancia entre espectadores y actores.
La segunda característica es el uso del texto dramático. Su forma de concebirlo como una estructura flexible, cambiante y cambiable, en contra de su rígida apariencia y de la sacralización de la que lo han rodeado los amantes puristas de un canon de inmutables.
Abya Yala ha trabajado textos que surgen desde el entrenamiento actoral tanto como algunos clásicos ( Romeo y Julieta in concert , El caso Otelo y MxM Robada de William Shakespeare , o Cenizas de Beckett ), pero siempre recompuestos a su modo.
Ese juego no ha obedecido al encanto con un autor o al goce por los elementos estéticos y espectaculares, sino a la necesidad de enlazar la razón de ser original del texto con estructuras culturales locales, es decir, anclar textos escritos en otros tiempos y lugares en los problemas de la sociedad costarricense.
La tercera característica sería la exploración, mostrada en piezas como Renato hace y luego mira en 63 o el estreno del año pasado, Vacío , que dejan, a quienes necesitan fronteras claras y el nombre de un género para su tranquilidad, con ganas de saber cómo se deberían definir esas obras, cuándo se aplica un “post”, cuáles son los límites que separan el teatro de la performance y por qué se diluyen tan fácilmente.
Razones de sus logros. Lo mucho cosechado por Abya Yala no ha sido producto de la experimentación, sino de procedimientos muy concretos. Para empezar, sus directores tienen una amplia formación pues, además de ser ambos graduados con especialidad en dirección escénica de la Carnegie Mellon University, han continuado, así como algunos de sus integrantes, aprendiendo en viajes de estudio (a Japón, Alemania, Dinamarca, Estados Unidos, a los encuentros de ISTA) y participando en festivales internacionales.
Asimismo, el elenco de Abya Yala tiene dos compromisos fundamentales: por una parte, la formación y el entrenamiento actoral constantes, independientemente de que haya un proyecto por desarrollar. Esto no sólo está a cargo de sus directores, sino que se nutre con visitas de maestros de otras latitudes (Nicola Savarese, Lluís Masgrau, Carlos Simioni, Luis de Tavira, Paula Molinari, Helen Chadwick, Tage Larsen, Richard Armstrong).
Por otra parte, continúa el compromiso de todo el grupo con procesos investigativos extensos para la producción de material textual y escénico.
Esa manera de concebir el teatro explica por qué Abya Yala ha logrado tener un elenco estable, cosa absolutamente atípica en un país donde la mayoría de grupos suelen nacer en función de un montaje específico y disolverse una vez acabada la temporada de presentaciones.
Todo lo anterior también se refleja en reconocimientos oficiales: un Premio Aquileo J. Echeverría en dramaturgia por Nos esperamos , con el Grupo Douni; premios al mejor grupo en los años 1999, 2002 y 2006, y una mención de honor del Premio Uchimura de la UNESCO por la obra Sade.
La obra de la celebración. Balagán , el próximo estreno de Abya Yala, será presentado en el centro de San José como consecuencia de un año de investigaciones sobre la ciudad y en la ciudad. Lo anterior significó una nueva alfabetización.
Aprender el cruce de viejos y nuevos lenguajes josefinos, tanto verbales como visuales y corporales, solo ha sido posible después de muchos meses de calle, fotos y apuntes. Han sido muchos los días de afinar los sentidos, que no se agotan tocando todas sus texturas, oliendo sus esquinas de café recién tostado y pollo refrito al fuego lento de los cien watts , leyendo sus mil códigos, saboreando lo bueno y lo podrido, y escuchando todo ese desmesurado estruendo, orquestado por bocinas, piropos e insultos, campanas de misa, números de la suerte, gritos de predicadores del fin del mundo, de ciegos que piden una limosna a cambio de un bolero, de pregoneros de fuertes pulmones y de secretos de confesionario.
El Balagán está hecho de todo eso pero no es eso, sino el efecto que eso provoca en los cuerpos de quienes integran Abya Yala.
El estreno seguramente estará acompañado por tanta lluvia como la que cayó sobre los ensayos, con tanta como la que durante meses no impide a las gentes de la calle inventar sus vidas durante y después de cada aguacero, en una ciudad de alcantarillas colapsadas y aceras convertidas en hoteles.
Con respecto a lo que sigue, casi nada puede decirse, aparte de que seguramente será algo muy diferente pues los integrantes de Abya Yala trabajan y piensan mucho y de muy variadas maneras para poder expresar en cada obra qué quieren decir cada vez que se dicen hacedores de teatro.