Cariblanco, Alajuela. El lazo que une a los vecinos de Cinchona de Sarapiquí de Alajuela con su pueblo devastado por el terremoto del 2009, aún es muy fuerte.
La mayoría de los afectados regresa constantemente al poblado para cuidar sus antiguos terrenos y vigilar sus viviendas vacías o lo que queda de ellas.
Rafael Ángel Rivera es el único habitante que todavía reside en la vieja Cinchona, en una casa que no es de su propiedad, pero cuyo permiso para habitarla se lo otorgó la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), tras el desastre.
Como testigo exclusivo, Rivera contó que el resto de los pobladores visitan la zona al menos una vez por semana .
“Aquí viene todo Cinchona los fines de semana, además los vecina llegan a mi casa a tomar café, porque ellos no se olvidan de mí ni yo de ellos”, afirmó Rivera.
“La gente llega para cuidar su pedacito de tierra y a chapear para que su lote muy feo no se vea muy descuidado” añadió Rivera.
Francisco Rodríguez es otra de las víctimas. Perdió su casa y por ahora alquila una vivienda en Cariblanco, junto a su esposa.
Luego de año y medio de registrado el terremoto, Rodríguez vivirá en Nueva Cinchona, y con él se llevará una gran nostalgia.
“Éramos una comunidad muy unida y estamos esperando el momento de estar juntos de nuevo”, afirmó Rodríguez.
Por ahora, los vecinos están generando ideas para aprovechar los antiguos terrenos.
“Buscamos explotar la zona desde una perspectiva recreativa y ,de paso, obtener más recursos financieros”, aseguró Rodríguez.
Dentro de poco, Nueva Cinchona se convertirá en su hogar.
El asentamiento con fachada de pueblo moderno y zona comercial incluida, tendrá en sus cercanías escuela, colegio, iglesia y cuerpo policial.
Además, desde la semana, alberga los restos trasladados del cementario de la vieja comunidad junto con muchas memorias.